lunes, 12 de diciembre de 2016

GABRIEL TORRES DE NAVARRA Y MONSALVE, DEÁN Y CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE SEVILLA

GABRIEL TORRES DE NAVARRA Y MONSALVE, DEÁN Y CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE SEVILLA FALLECIÓ EN CASTILLEJA DE LA CUESTA EN 1757.
Juan Prieto Gordillo
Profesor de la Universidad de Huelva

A lo largo de la dilatada historia de Castilleja de la Cuesta, varias han sido las personalidades, que de diversa índole y condición social han pasado los últimos días de sus vidas entre sus vecinos. A los nombres de Hernando Cortés Pizarro, el Conquistador; y el Abad de Olivares, Juan Bautista Navarro, añadimos ahora el del Deán y Canónigo de la Santa Iglesia de Sevilla, D. Gabriel Torres de Navarra y Monsalve.

El hallazgo de la partida de entierro en el Archivo Parroquial de Santiago de Castilleja de la Cuesta, y la afirmación de su fallecimiento en la mencionada localidad, me ha llevado a profundizar sobre la personalidad de Gabriel Torres de Navarra y Monsalve, considerado por sus contemporáneos como un auténtico “Santo”.

Para ello haré mención al Sermón que tras su fallecimiento, el día 20 de julio de 1757, a los 79 años de edad, fue editado y publicado en Sevilla en la Imprenta de Joseph Padrino, mercader de libros, en la calle Génova de Sevilla. (Oración Panegírica-Funeral que en las honras que a la buena memoria del Ilustrísimo Señor Don Gabriel Torres y Navarra, y Monsalve, Caballero de la Orden de Santiago, Deán de la santa Iglesia Metropolitana, y Patriarcal de la ciudad de Sevilla. Celebró el venerable clero de la santa Iglesia de Santa maría de la Villa de Lebrija el día 28 del mes de agosto de 1757) En el mismo se cogieron, además de una multitud de alabanzas en su honor, algunos datos biográficos que ilustran su vida.


A continuación, os presento a la figura de Gabriel Torres de Navarra, con la aportación de algunos extractos contenidos en el citado manuscrito, acompañados de otras fuentes documentales de diversa procedencia.

Gabriel Torres de Navarra y Monsalve III Marqués de Campo Verde nace en Sevilla el día 28 de enero de 1678, hijo de Luis Torres de Navarra, primer marqués de Campoverde, y de María Ambrosia Blázquez, Agüero y Céspedes; heredando el título y mayorazgo familiar.

Nació el Ilustrísimo Señor Don Gabriel de Torres Navarra, y nación de padres tan Cristianos como Caballeros; que la Nobleza, que no hace alarde de Cristiana, tiene tan poco de hidalga, y de Señora, que no merece escribirse en los libros de Caballería.  La Caridad y la virtud es la mejor executaría, de cualquier conde y marqués. Tales fueron toda su vida los Ilustres Señores Don Luis de Torres Navarra y de Doña María Ambrosia Blázquez, sus padres ambos ejemplares vivos, sino de María y José; o al menos de Ana y Joaquín”.
A los seis años estaba bastante instruido en las Máximas de Nuestra Religión; y desde los siete empezó, de ocho a ocho días, la frecuencia de los Santos Sacramentos;  rezando todos los días el Rosario, y ejerciendo otros muchos actos de devoción, que raar o pocas veces se ven en aquella edad.

Y en confirmación de esta verdad, sucedió el caso que diré: entró en Sevilla en una casa, tan humilde como desdichada, donde vivían unas pobres infelices, y después de socorrerlas, les preguntó: si tenían aceite para alumbrarse; respondieron que no: ¡pues venga la alcuza!, dijo su señoría, iré yo por aceite para que se alumbren; y tomando la alcuza, y no hallando criado alguno a la puerta, se fue a la tienda muy encubierto, y socorrió esta necesidad por sí mismo.
Murió, señores, el limosnero de Dios, el banco de sus tesoros; el segundo Gabriel en carne, la Fortaleza, sino de Dios, de sus pobres, las Torres de la abundancia de sus limosnas, de quién quizás diría David: Et abundantia in Turribus tuis, el Ilustrísimo Señor Don Gabriel de Torres Navarra; murió, y con su muerte pudieron echarse a a morir todos los pobres de Sevilla, que solo alentaban y alentaban de sus limosnas.

Fue caso que yendo un día con su Madre en el coche, al estribo, dio la rueda en vago, cayó el niño, y cuando pensaban, que hubiese muerto, por haberle pasado por encima, se levantó bueno y sano, y con tanta alegría y fiesta, como si hubiese pasado sobre él la rueda de la Fortuna. De otro lance igual a este se liberó, confesando el Niño, que una Señora lo había sostenido de la mano, en el que lo encomendó su madre a Nuestra Señora de Guadalupe, a quién se le atribuyó este milagro admirable.
En todas virtudes empezó a ejercitarse, pero con especialidad, en la Caridad con los pobres, entre quienes repartía varias cantidades y limosnas, que sus padres fiaban a su conducta.
Ya mancebo, ya joven, huyó del dorado lazo del Matrimonio. De edad de dieciséis años, solicitó entrar con otro compañero contemporáneo en la Sagrada Compañía de Jesús, pero el Padre Maestro Florencio de Medina, Provincial entonces, le respondió de esta forma: Antonio, (señalando al compañero), se que entrará en la Compañía; pero tú, Gabriel, no; porqué Dios te quiere como canónigo, y cosas mayores; como de hecho se verificó, siéndolo de la Santa Iglesia de Sevilla, y acabando Deán de ella.

A los 18 años padeció del pecho, y lo sangraron. De edad de veinte y un años, abandonando Títulos y Mayorazgos, se ordenó de Orden Sacro. Ordenase a los veinte y tres años, con dispensa de Sacerdote, y desde entonces y como canónigo, estableció el método de su vida, en la forma siguiente: levantase en invierno antes del alba, y en el verano antes de las cuatro, tenía más de una hora de Oración mental, media de preparación para la misa que decía con notable edificación, y compostura; y en otra que decía después, daba gracias al Señor;  y tomando un levísimo desayuno, iba a su iglesia, en cuyo Sagrado Coro, entrando el primero, salía el último…; volvía a su casa, tomaba en ella una tan grosera, como parca comida, descansaba después un cuarto de hora, y rezando después la Corona de la Santísima Virgen, y a continuación Vísperas y Maitines, y Laudes, volvía al Coro, y acabado de este, salía a consolar muchas almas, y en visitar Enfermos, consolándolos y socorriéndolos, empleaba el resto de tarde. A la noche tenía media hora de Oración, media de Lección Espiritual, un cuarto de hora de examen de Conciencia, y tomando después una leve cena, se recogía, para volver por la mañana a la misma tarea. Este tenor y régimen de vida siguió toda la suya, desde su mocedad hasta su senectud, en más de ochenta años que vivió.

Andaba por las calles de Sevilla, ya confesando, ya auxiliando, ya remediando; en el de veinte vino gran  porción de soldados enfermos de Ceuta a Sevilla, y se hallaba su Ilustrísima de visitador del Hospital del Cardenal, a donde iban a parar para su curación, y era una maravilla ver el amor y caridad con que los trataba, tomándolos en sus mismos brazos…

En el año de 50, sucedió que estando una noche afligida de el hambre, una pobre viuda con dos hijas, pues en el día no se habían alimentado de cosa alguna, cuando menos pensaban, tocó su Ilustrísima a la puerta, y le dio una moneda, que a ella le pareció de diez reales, pero era de diez pesos, para que se remediasen y se socorriesen…

Su humildad, hermana de la Piedad, le hizo renunciara  tres Mitras: la de Guadix, la de Córdoba y el Arzobispado de Lima. Hubo de tomar posesión del Arzobispado de Sevilla, por el Señor Infante, después fue nombrado Deán de Sevilla.

Murió Deán de Sevilla, que no quiso ser Arzobispo de Lima; y murió como había vivido, con los ojos en el Cielo, y los labios en el Salterio, porque repitiendo versos,  y verificando salmos, fue el último aliento de su Corazón. Así expiró con la misericordia de Dios en los labios, el que había respirado con la misericordia de los hombres en las manos; siendo el clamor y alarido de la pobreza. Conservose flexible, y movedizo su Venerable Cuerpo por más de treinta horas que estuvo insepulto: y lo que es más, que despedía de si un olor tan notable, y tanto, que muchos sujetos graves de diversas religiones, que traídos por su ejemplar vida, estuvieron bastante rato aplicando su nariz, y boca, certificaron unánimes, este mismo olor, y fragancia de flores.

Y si en las puertas se han de alabar sus obras, no se hallará puerta en Sevilla en que no le erijan una estatua a su Caridad, y Misericordia…; al Venerable cuerpo del Excelentísimo Señor Don Gabriel de Torres Navarra, concurrieron entonces los Hijos de nuestro Padre San Pedro, el Ilustrísimo Cabildo de la Santa Iglesia de Sevilla, como ahora en repetidas veneraciones ha asistido a la Fúnebre celebridad de sus honras, el de esta santa Iglesia de Lebrija, que costeó estas exequias; y concurrieron también entonces al oír el dolorido clamor de las Viudas de aquella ciudad y demás pobres, que mostrando sus sayas, sus mantos, sus capas, sus vestidos, confundían cerda de su féretro la piedad con los alaridos, diciendo unos: a mí me daba de comer; diciendo otros,  a mi me daba vestidos; a mí me libró de la muerte;  a mí de ejecutarla; a mí, decía una, me sacó del vicio; a mí, decía otra, me introdujo a la virtud; a mí, decía otro, que corría desbocado, y ciego por la senda de mis apetitos, me atajó el paso, y me metió por camino; a mí, decía este, desató mi corazón empedernido en culpas, hasta deshacerlo por los ojos en tiernas lágrima”.

Seguidamente, ofrezco la partida del entierro de D. Gabriel Torres de Navarra, registrada y localizada en la parroquia matriz de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta. Respecto al lugar exacto de su fallecimiento, provocado por “dolencias cardíacas”, es posible que se produjese  en el convento de franciscanos descalzos de Nuestra Señora de la O, existente en la misma localidad desde 1635, donde posiblemente se hubiese desplazado para una visitar a algunos religiosos, o para debatir algunas cuestiones con el párroco de Santiago de la localidad:

“21 de julio de 1757
En dicho día se enterró en la Iglesia, junto al altar de Santa Cruz el cuerpo difunto del Señor Ilustrísimo D. Gabriel Torres de Navarra, Deán y Canónigo de esta Santa Iglesia, Caballero de la Orden Militar de Santiago, Arzobispo de Mytilene; habiendo renunciado a dos mitras, la de Guadix y otra, que murió en Castilleja de la Cuesta y se trajo a su casa donde concurrió a su entierro todo el clero de las parroquias por mandato del Excelentísimo Señor Solís y todos los religiosos a hacer encomienda, y fue coadministrador de este arzobispado por Su Alteza Real. Testó ante Pedro Leal. Albacea, el señor marqués de Peñuela, su hermana y sobrina y otros.”
(Parroquia matriz de Santiago de Castilleja de la Cuesta. Libro de defunciones nº 25,fol.194)

Finalmente, en la obra titulada: Memorias Sepulcrales de la Catedral de Sevillabasado en los manuscritos que legaron los canónigos hispalenses Juan de Loaysa (1633-1709) y, ya en el siglo XVIII, Juan Nepomuceno González de León, aparece recogida la siguiente reseña:

TORRES DE NAVARRA, (Y MONSALVE), Gabriel.
Deán, canónigo, 1757.
“D.O.M. Aquí yace Don Gabriel Torres de Navarra, Deán y Canónigo de esta Patriarchal Iglesia y coadministrador en lo espiritual simul con el Serenísimo Sr. infante  cardenal D. Luis de Borbón, arzobispo de esta ciudad. Pide por la pureza de la Virgen Reina de los Ángeles, María Santísima Nuestra Señora, le encomienden a Dios  cuantos leyeren estos renglones. Este epitafio lo dictó estudiosamente, en tan llano y común estilo, la humildad de este Ilustrísimo y venerable héroe para lograr los sufragios de todos los fieles que lo leyesen previniendo que ni en el sepulcro se hiciese mención de las dignidades y honoríficos empleos, a que se resistió en vida. Murió a 20 de julio de 1757, de 79 años de edad. Quiso ser enterrado en esta bóveda por devoción a la Santísima Cruz y por estar sepultada en ella la muy ilustre Sra. Dª Antonia Torres de Navarra, hermana del dicho Sr. Ilustrísimo, que falleció el día 15 de junio de 1735, señora también de ejemplar virtud, mujer del Sr. D. Josep Chacón Medina y Salazar, caballero de la Orden de Santiago, marqués de la Peñuela, patrono de esta capilla, entierro y bóveda. R.I.P.A.” González de León, ff.20-21.

(Véase: SERENATA alegórica para solemnizar la posesión que por el Sr. Infante cardenal Don Luis Jaime de Borbón, tomo de el arzobispado de Sevilla  su Co- administrador el Ilmo.  Señor D. Gabriel Torres de Navarra, Arcediano Titular y Canónigo de esta Santa Patriachal Iglesia y arzobispo electo de Milytene. [Sevilla, s. i.] [1742] Sevilla. Municipal. Varios  9 (5).
Francisco Aguilar Piñal, IMPRESOS SEVILLANOS DEL SIGLO XVIII. Madrid, 1974.



No hay comentarios:

Publicar un comentario