miércoles, 26 de febrero de 2020


Sobre el traslado de la hermandad de la Sagrada Cena desde San Basilio a la iglesia del convento de Belén, situado en la Alameda de Hércules en el año 1846.
Juan Prieto Gordillo
Profesor de las Universidades de Huelva y UPO de Sevilla.




Son varios los traslados, los que desde su fundación en Ómnium Sanctorum, en la calle Feria, sufriría la hermandad de la Sagrada Cena de Sevilla durante sus siglos de existencia, pasando por San Nicolás de Bari en el barrio de la Judería (siglo XVI);  las iglesias de San Gil y San Basilio, en el barrio de la Macarena en 1621, donde tuvo capilla propia; la iglesia del suprimido convento de Nuestra Señora de Belén en la Alameda de Hércules en 1846; San Vicente y de nuevo Ómnium Sanctorum desde 1880 hasta 1936, tras quedar edificio en ruina tras el provocado  incendio ocasionado durante la II República. Tras este suceso, la hermandad se trasladaría a la iglesia de Los Terceros de la Comunidad Calasancia, hasta el año 1958, cuando se vería forzada a realizar un nuevo traslado por desavenencias con los Padres Escolapios, a la iglesia de la Misericordia, de la Orden de San Juan de Dios donde permanecería quince años. Finalmente, y desde el año 1973, tras petición al Cardenal Bueno Monreal, en virtud de que los Escolapios se mudaban a las afueras de la ciudad y por tanto abandonaban dicho recinto se produciría la cesión de la iglesia de Los Terceros convirtiéndose de esta forma en su sede canónica hasta nuestros días[1].

Nuevos datos documentales datados a mediados del siglo XIX vienen a corroborar, ampliar y a confirmar algunas de las informaciones vertidas con anterioridad respecto al continuo cambio de sedes.

Los inicios del año 1846, traerían un nuevo cambio de sede para la hermandad de la Sagrada Cena de Sevilla[2]. El día 8 de enero del mencionado año, “La antigua e ilustre hermandad y la cofradía de la Sagrada Cena Sacramental, Santo Cristo de la Humildad y Paciencia y María Santísima del Subterráneo, solicitaba por mediación de algunos de sus miembros de Junta, al señor arzobispo Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos, la iglesia del suprimido convento de Nuestra Señora de Belén como sede provisional, sita en la Alameda de Hércules de la ciudad. Las causas esgrimidas fueron la ruina que presentaban las cubiertas de la iglesia del extinguido convento de San Basilio donde residían desde el siglo XVII, una vez recibidos los informes realizados por los arquitectos del excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad y los realizados por los maestros designados la dignidad arzobispal para tal fin, “…en el escrupuloso registro que han hecho la han encontrado ruinosa y muy próximo a desplomarse sus techos por haberse estos desprendidos de la pared…”[3].

Como contrapartida, la hermandad se comprometía a costear la misa en los días de precepto, así como el aseo y reparos que fuesen necesarios[4].

La respuesta no tardaría en llegar bajo la firma del secretario arzobispal. Así, el 5 de enero, apenas transcurrido un mes desde en informe anterior, se recibía en la corporación un escrito cuyo contenido reproducimos literalmente[5]:

Sevilla, 5 de febrero de 1846
En atención al estado ruinoso en que se encuentra la iglesia que perteneció al suprimido convento de San Basilio, concedemos a los suplicantes nuestra licencia para que puedan trasladar las sagradas Imágenes de su adoración a la iglesia del suprimido convento de religiosas de Nuestra Señora de Belén, cuyo solo uso le concedemos por el tiempo de nuestra voluntad, sin que en ningún tiempo, ni por ninguna causa pueda ejercitar derecho a la mencionada iglesia la hermandad que expone.
En la misma fecha se trasladó al Hermano Mayor y al cura más antiguo de Ómnium Sanctorum”.

Para finalizar el presente artículo citamos el título que poseía la hermandad de la Sagrada Cena en el referido año de 1846[6]: Antigua e ilustre hermandad y cofradía de la Sagrada Cena Sacramental, Santo Cristo de la Humildad y Paciencia y María Santísima del Subterráneo, incorporada con la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, con todas las religiones de la cristiandad y con los Santos Lugares de Jerusalén.




                                          Señor de la Sagrada Cena


                                      Nuestra Señora del Subterráneo 









[1]Texto basado en la página WEB de la hermandad de Sagrada Cena de Sevilla. Historia.
[2] AGAS, Sección Justicia, leg.10002. Año 1846, s/f.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd.


viernes, 14 de febrero de 2020

Nuestra Señora del Amparo y las indulgencias de 1836.


NUESTRA SEÑORA DEL AMPARO DE LA MAGDALENA Y LAS INDULGENCIAS DE 1836.

Juan Prieto Gordillo
                                                                               Profesor Universidades UPO y UHU

El día 16 de agosto del año 1839, el presbítero encargado de la mayordomía de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo establecida en la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Sevilla, solicitaba al señor arzobispo el señor Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos, una serie de indulgencias vinculadas a la imagen de Nuestra Señora del Amparo, sita en dicha parroquia, con motivo de la festividad del Sagrado Corazón de María[1].

“Gobernador Eclesiástico.
José María Pérez, presbítero encargado en la mayordomía de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo situada en la Iglesia parroquial de Santa María  Magdalena con el debido respeto expone a V.S:
Que celebrando dicha hermandad en el domingo próximo una solemne fiesta en honor del Sagrado Corazón de la Santísima Virgen para exaltar más la devoción de los fieles con motivo de la festividad, suplica conceder indulgencias a los que concurran  a los actos piadosos que expresa la nota adjunta, Sevilla 16 de agosto de 1839.
Solicitar indulgencias para los actos siguientes:
A los que rezaren una salve delante de la imagen de Nuestra Señora  del Amparo:
A os que oyesen Misa en la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena el domingo en que se celebra el Sagrado Corazón de María santísima.
Al os que en dicho día e iglesia recibieren la Sagrada Comunión.
A los que oyesen la misa mayor.
A los que oyesen el sermón.
A los que asistieren a la salve que se ha de cantar en la tarde del día.
A os que oigan la misa de la Virgen que se canta todos los  sábados del año.
A los que asistan en cada una de las nueve tardes de la novena que se celebra en los días anteriores a la fiesta del Patrocinio.
A los que oigan el sermón en cada una de las tardes.
A los que asistan a la misa mayor en cada una de las mañanas de la novena y de las fiestas que se celebran enseguida.
A los que oigan el Sermón en cada una de dichas fiestas.
A lo que oigan la misa que se canta en la madrugada del día del Patrocinio.
A los que comulgaren en dicha misa.
A los que oigan la misa mayor en el referido día.
A los que vayan en la procesión que sale la tarde del día del Patrocinio en cumplimiento del voto hecho en el año 1755.
En el caso de no salir, a los que asistan a los ejercicios que se hacen en dicha iglesia en lugar de la procesión según costumbre para cumplir el voto.
A los que oigan cada una de las nueve misas que se cantan en los nueve días anteriores a la pascual de la Natividad que se llaman comúnmente de Aguinaldo.
A todos los que delante de la imagen de Nuestra Señora del Amparo, o de una estampa dijeren con devoción: bendito y alabado sea el Sagrado Corazón de María Madre de Dios y su amparo con los pecadores que se convirtieren al Señor.
José María Pérez”.




[1] AGAS, leg.10002. Sección, Justicia. Año 1836, s/f.