.Acontecimientos
acaecidos a la Hermandad de la Sagrada Lanzada durante la primera mitad del
siglo XIX. Una revisión histórica.
Juan
Prieto Gordillo.
Profesor
de las universidades de Huelva y UPO de
Sevilla.
En
el año 1818, la hermandad de la Sagrada Lanzada, tras abandonar la parroquia de
San Marcos, se establecería en la iglesia del extinguido Colegio de San
Francisco de Paula, actual iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la calle
Jesús del Gran Poder.
Una
vez allí, las primeras actuaciones llevadas a cabo por la Junta de Gobierno fue
la adquisición en propiedad de una capilla para colocar sus imágenes titulares y
dos estancias interiores, para la sala de cabildos y almacén para sus pasos, todo
ello bajo ciertas condiciones establecidas por los padres del mencionado colegio,
situación que se mantendría durante el periodo de 1818-1842. Durante su estancia,
nuevos contratiempos volverían a desestabilizar la vida de la hermandad, y más
concretamente a partir del año 1836, tras las medidas desamortizadoras llevadas
a cabo por Mendizábal, por las que la corporación fue perdiendo paulatinamente
todas sus rentas y propiedades. Prueba de ello fue el suceso acaecido por el
Excelentísimo señor Capitán General de la Provincia de Sevilla, que entonces era
José Carratalá Martínez, al destinar para cuartel el ya mencionado Colegio, lo
que supondría el desalojo de su propia capilla y demás oficinas, viéndose
obligada la corporación religiosa a poner sus sagradas imágenes en diferentes
altares de la iglesia.
No
fueron fáciles los años siguientes en los que, en más de una ocasión, se
intentaba dar cierta normalidad a la vida interior de la hermandad, con los
fallidos intentos de la celebración de sus cultos y sus cabildos; situación que
se incrementaría por la negativa del capellán, tras ser nombrado administrador
eclesiástico de dicha iglesia por el señor Carratalá, quien le ofreció las
llaves del edificio para su custodia, bajo amenaza de designar la iglesia como
castrense “y hasta hacerla cuadra si
fuere preciso”, al no cumplirse sus mandatos.
Estos
hechos provocaron de nuevo el traslado de la corporación a la iglesia del
extinguido Colegio de San Basilio (1837-45) donde seguía manteniendo capilla
propia, mientras durase la ocupación de la tropa en San Francisco “sin perjuicio del derecho que en la
expresada capilla y demás piezas tienen”.
Tras
el beneplácito del párroco de Ómnium Sanctorum, parroquia a la que pertenecía
el citado Colegio, y del capellán de San Basilio, se iniciaron los trámites
para su traslado. Para ello, fueron remitidos los correspondientes escritos,
firmados por el Hermano Mayor, Manuel María Ximénez y el Mayordomo, Francisco
Cancino, al Secretario General del arzobispado: “Se propone: en vista de los expuesto, se
sirva mandar y traslade esta corporación a la iglesia de san Basilio durante la
permanencia de la tropa en san Francisco de Paula, porque nunca cederán al
derecho que tienen de su capilla y demás piezas interiores. Gracia que esperan
merecer….V.S cuya vida guarde Dios m. años a Sevilla 24 de Septiembre de 1844”.
Sin
embargo, el estado ruinoso en que se encontraba San Basilio pronto les
obligaría a buscar nueva sede, siendo comunicado por la autoridades
competentes, al Hermano Mayor y al párroco de Ómnium Sanctorum,”… que habiéndose reconocido la referida
iglesia por los arquitectos del Excelentísimo Ayuntamiento, como también por
los que V.S, ha tenido bien nombrar, en
el escrupuloso registro que han hecho la han encontrado ruinosa y muy próximo a
desplomarse sus techos por haberse estos desprendidos de la pared…”.
El lugar elegido fue, en esta nueva ocasión,
el convento del Santo Ángel de la Guarda; lugar donde se había trasladado en el
año 1829, la orden de las Esclavas de los Sagrados Corazones tras la aprobación
de sus reglas por el Real y Supremo Concejo de Castilla en el citado año,
siéndoles cedido el altar del Sagrario en el que se hallaba la imagen del
citado crucificado de los Desamparados que tallara Martínez Montañés en 1617,
realizando desde entonces sus ejercicios litúrgicos y su anual novena dedicada
al Sagrado Corazón de Jesús en el mismo.
Los
trámites para llevar a cabo el traslado desde San Basilio se iniciaron el día 5
de mayo de 1845, con el envío de una carta al secretario del señor arzobispo
exponiéndole los diversos avatares sufridos por la hermandad desde la ocupación
del extinguido colegio de San Francisco por parte de las tropas, y la nefasta
actitud mostrada por el señor Carratalá hacia la hermandad; concedido el
beneplácito a dicha petición, el día 10 de mayo se iniciaban los trámites para
la firma de un convenio, recogido en escritura pública, realizado por los
Padres Capellanes del referido convento y el Mayordomo y el Secretario de la
Sagrada Lanzada, “para mayor gloria de
Dios y culto de las Sagradas Imágenes, no encontramos por parte de esta parroquia
ningún inconveniente, ni parece que V.S, lo debe poner en que se verifique la
pretendida traslación. Santa María Magdalena
de Sevilla 10 de mayo de 1845”.
Seguidamente, el día 17 de junio del citado
año, se realizaría un cabildo en el Santo Ángel, en el que se debatiría el
traslado de la hermandad de la Sagrada Lanzada al Santo Ángel. En este
participaron el señor Juan Moreno Saldarriaga, presbítero presidente; don
Manuel Seña, presbítero y representante de la referida hermandad; diez miembros
de las Esclavas y el señor secretario. En esta reunión, el mencionado señor Seña comunicó a los
presentes la petición de traslado de la referida corporación al recinto
carmelita, con la intención de colocar retablo en el lugar donde se hallaba el crucificado,
montañesino mencionado con anterioridad, los Sagrados Corazones y el Sagrario;
tras ser oídas dichas peticiones, todo fue aprobado.
Días más tardes, el 26 de junio, se realizaría un nuevo cabildo
Extraordinario, para concretar nuevos acuerdos. Finalmente todos los asistentes
aprobaron el dejar la mesa en el mismo lugar que había venido ocupando, “Todo lo cual así resulta del libro de
acuerdos de esta Esclavitud a que me refiero y para que conste firmo la
presente en Sevilla a treinta de junio de 1845.
Los acuerdos adoptados en el mismo fueron los
siguientes:
Que
la hermandad de la Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo y María
Santísima del Buen Fin, se establece previa licencia del señor gobernador
eclesiástico de este arzobispado en la iglesia del colegio del Santo Ángel de
esta ciudad.
Que
el sitio que ha de ocupar la misma en la iglesia será donde presente se haya el
sagrario que está colocado en el colateral del altar mayor.
Que
para dicho, la hermandad pondrá su altar propio en el referido sitio quitando a
sus expensas el que en la actualidad hay el cual se colocará en otro sitio de
la iglesia a expensas de la hermandad, si los encargados del culto lo estimaran
conveniente y en el caso de no haber sido así, dichos capellanes guardarán el
referido.
Que
el mencionado crucifijo que tiene el mencionado altar del sagrario se colocará
con las imágenes de la hermandad en el que ponga la misma, sustituyendo el de
su uso, y la hermandad en funciones, cofradía septenario o quinario u otra
cualquier cosa que celebre usará de el colocándolo en aquel sitio que estime
oportuno para darle culto.
Que
la hermandad de los Sagrados Corazones,
de Jesús y María, que está situada en el altar del Sagrario con su
imagen, continuará en el mismo sitio después de colocarlo el altar de la
hermandad en igual forma.
Que
si en algún tiempo la hermandad saliese de la citada iglesia del Santo Ángel,
para trasladarse a otra no tendrá derecho a llevarse el mencionado crucifijo
del convento por ser propiedad de este, pero si el suyo, a cuyo caso volverá a
su sitio el altar que ahora tiene.
Sin embargo dicho traslado no fue tan fácil
como se supondría al iniciarse los correspondientes trámites. Hasta estos
instantes, se pensaba que el traslado de la hermandad de la Sagrada Lanzada de
Sevilla desde la Iglesia del Convento de San Basilio hasta la del Santo Ángel
Custodio, acaeció en el año 1851, hecho que no concuerda con la documentación
localizada en el Archivo Arzobispal de Sevilla en la que se data a finales del
año 1845. Lo que no quita que este hecho se ralentizara en el tiempo y no se
produjese hasta seis años después, pues según algunos historiadores, en los
años 1847 y 1849, residiendo en el ex-Convento de Pasión, realizaría su
estación de penitencia volviendo en ese año a su capilla de San Basilio desde
la que realizó su última salida en 1850.
Días después de la celebración del cabildo
Extraordinario, el 29 de junio, era remitido un escrito por las religiosas al
señor Gobernador del arzobispado, en el que se exponían una serie de
razonamientos respecto a los acuerdos tomados, para el asentamiento de la
hermandad de la Sagrada Lanzada llevaría a cabo tras su paso por las iglesias
del Colegio de San Basilio, la parroquia de San Marcos y en la iglesia del
Colegio de San Francisco de Paula.
En
la escritura fueron expresadas una serie de discrepancias, argumentándose la intranquilidad
que supondría para la comunidad la presencia de la nueva hermandad, “ocasionándoles
alguna perturbación”; se ofrecía también cierto descrédito y una crítica
mordaz durante el discurrir de la hermandad de la Lanzada por los diversos
templos de la ciudad donde había residido, con frases como: Esta Hermandad, cuando ya tocaba el periodo
de su exterminio, quiso probar fortuna centrificándose (sic) más en la
población y pasó a establecer en la del Colegio de San Francisco de Paula, en
la que, haciendo un esfuerzo, como el que agoniza, por una vez solo verificó su
estación a la Santa Iglesia Catedral, teniendo para poder realizarlo, que pedir
prestada a la iglesia de la Universidad una Imagen de Jesús Crucificado que en
ella se veneraba, porque la de la hermandad parece no es a propósito para
manifestarla a la adoración pública, permaneciendo después en su antigua paralización: sin duda por ella, cuando ahora
, dos años, se mandó informar al cura de San Lorenzo sobre las Hermandades que
debían permanecer, se abstuvo de darlo de la Lanzada, y si otro fue el motivo
lo ignoramos.
Continuando
con el desarrollo de la carta, también fueron vertidas otras opiniones
negativas respecto del altar adjudicado a la nueva corporación y por la cesión
de la imagen del crucificado de los Desamparados para presidir dicho retablo y
formar parte de sus desfiles procesionales, pues según las religiosas, “…el crucifijo que es de mucho mérito
artístico pueda padecer detrimento al tiempo de desclavarlo de la cruz para
volverlo a clavar en otro mayor con respecto al sitio en que se trata de
colocar, y esto debe impedirse, con otras muchas más razones que pudieran
alegar…”.
Había
llegado el momento del traslado de la hermandad de la Sagrada Lazada al Santo
Ángel para abandonar definitivamente el Colegio de San Francisco de Paula, tras
el beneplácito del Juzgado Eclesiástico y de los Padres Capellanes a cuyo
cuidado estaba la iglesia por aquel entonces;
hecho que inicialmente no contaría con la unanimidad de la mayoría de
los hermanos que por aquellos años conformaban la corporación, siendo los de
mayor antigüedad los que más oposición mostraron ante dicho acuerdo.
Asentada
la hermandad en el nuevo edificio, fue entonces cuando conseguiría la cesión
por parte de los rectores del templo de la imagen del Cristo de los
Desamparados, saliendo por primera vez en su cortejo procesional en la Semana
Santa de 1852. Ese mismo año, la Virgen estrena un manto y saya bordados,
conservándose esta última siendo la que actualmente usa en su salida
procesional en la tarde del Miércoles Santo.
AGAS. Leg. 10002.
Justicia, s/f.
Santísimo Cristo de la Sagrada Lanzada. Antonio Illanes, 1929.
Cristo de los Desamparados. Martínez Montañés, 1617.
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