LA
DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE CASTILLEJA DE
LA CUESTA A TRAVÉS
DE LOS SIGLOS.
Juan
Prieto Gordillo
Profesor de las Universidades de Huelva y UPO de
Sevilla.
Historiador y Archivero de la Hermandad
Sacramental de Santiago.
. NUEVAS
VISITAS DE LA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO A LA VILLA.
. PROPIEDADES
Y RENTAS TERRITORIALES DE LA ENCOMIENDA DE CASTILLEJA DE LA CUESTA A TRAVÉS DE
LOS LIBROS DE VISITAS.
. LA INTERVENCIÓN DE LA CORONA Y LA SEPARACIÓN
TERRITORIAL.
. LA ADQUISICIÓN DE LA VILLA DE CASTILLEJA DE LA CUESTA POR EL CONDE DE
OLIVARES DON PEDRO DE GUZMÁN Y ZÚÑIGA A LA CORONA.
. OTROS ACONTECIMIENTOS SOCIALES. LA APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE GUÍA Y
LA FUNDACIÓN DE LA HERMANDAD DEL SANTO ENTIERRO DE CRISTO Y NUESTRA SEÑORA DE
LA SOLEDAD.
Introducción.
Poco tiempo permanecería Castilleja de la Cuesta como
lugar realengo, pues a comienzos de 1538 la Casa de Olivares iniciaba las
gestiones con la Corona para su adquisición. Efectuada su compra por el conde
Pedro de Guzmán y Zúñiga, además del dominio también dejaría de ser citada como
“lugar”; es a partir de esos
instantes cuando nuestra localidad es nombrada documentalmente por vez primera “Villa”.
El señor poseería su administración de justicia y la sumisión y obediencia de
los vecinos de la Villa, que habían pasado a convertirse en sus vasallos
directos. Comenzaba pues, en el año 1538, el recorrido de Castilleja de la
Cuesta bajo el dominio de un señorío nobiliario. A partir de estos instantes,
todo lo concerniente al ámbito civil pasaba a los condes de Olivares, mientras
que en lo eclesiástico la Villa seguiría manteniendo su categoría de
vicaría santiaguista, con competencias independiente del arzobispado de
Sevilla, a la vez que los priores de San Marcos de León continuarían nombrando
a los vicarios y cobrando los diezmos eclesiásticos, tal y como puede
apreciarse en los diversos informes redactados en los “Libros de Visitas”
que efectuarían miembros de la Orden Santiaguista desde su posesión hasta bien
entrado el siglo XVII.
Tras Pedro de Guzmán, primer conde de Olivares,
nacido en Sevilla en 1503, y casado con Francisca de Ribera Niño, la posesión
de la Encomienda fue heredada por su hijo mayor Enrique de Guzmán de Ribera,
segundo conde de Olivares. Nacido en Madrid el 1 de marzo de 1540, viajó desde
muy joven con su padre a Italia, Alemania y Flandes; en 1579 se casó María
Pimentel de Fonseca. Felipe II le encargó la embajada de Roma, cargo que
desempeñó hasta 1591; de vuelta a España, y tras el fallecimiento de su esposa,
fue nombrado por el citado monarca Consejero de Estado y ejerció el cargo de
Contador Mayor de Cuentas del Reino. Enrique murió en Madrid el lunes 26 de
marzo de 1607, siendo depositado su cadáver en el noviciado de la Compañía de
Jesús.
En definitiva, a lo largo del XVI, sin olvidar el
fallecimiento del conquistador Hernando Cortés Pizarro (Hernán Cortés), el 2 de
diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta, la Villa continuaría forjando su
trazado urbano constituyéndose en un núcleo poblado definido y pasando a
convertirse en un próspero enclave señorial. En esta centuria el protagonismo
principal recae en determinadas familias nobles y eclesiásticas, cuya actividad
compradora es relevante. Junto a ellos, y en la formación de las grandes
propiedades, destacará la oligarquía de la capital hispalense convirtiendo sus
haciendas de viñas y olivares en auténticos centros económicos y sociales de
poder.
Nuevas visitas de la Orden de
Santiago a la Villa. Propiedades y rentas territoriales.
Los problemas de población en Castilleja continuaron
o volvieron a surgir a comienzos del siglo XVI, porque en 1513 hay noticias de
nuevos pobladores, que reciben a censo tierras de la Orden en condiciones, al
parecer, muy favorables, “Septiembre 5 de
1513. Fernando V da poder a Ochoa de Izásaga, caballero de la Orden de
Santiago, para que de cargos a “censos” a los nuevos pobladores que habían
acudido a Castilleja”[1].
La mañana del 5 de abril de 1504, se produce uno de
los grandes terremotos que asolaron España, el llamado “Terremoto de Carmona” (llamado así por la localización de su
epicentro). Dicho movimiento sísmico afectó gravemente a una extensa área de la
provincia de Sevilla, causando leves daños materiales en Castilleja de la
Cuesta, y se extendió, aunque con menor intensidad, a otras provincias de
Andalucía y Castilla. A este acontecimiento, y también durante estos primeros
años, hubo que sumar un importante número de plagas de langostas y la
alternancia extremas sequías y terribles inundaciones a las que se vieron
sometidos los campos y ciudades del sur peninsular, provocando un número importante
de defunciones. Tras estos sucesos, la demografía de la zona alcanzaría sus
cotas más bajas durante las tres décadas del siglo, volviéndose a recuperar a
mediados de la centuria. De hecho, de los 120 vecinos contabilizados en
Castilleja el año 1498[2],
se pasaría en 1514 a tan solo 60, volviendo a disminuir a 49 en 1534;
Castilleja se convertía pues, en una de las poblaciones de menor número de
habitantes del Aljarafe. En el extremo opuesto, y manteniendo su liderazgo en
la comarca, se hallaban Sanlúcar la Mayor, con un total de 2.700 habitantes.
De hecho, en la declaración vecinal que se da para la
localidad incluye a los “sevillanos” cuando afirma: “...los
vecinos de Castilleja con los que tienen allí haciendan de Sevilla que pechan
por ella...son 49”[3].
Esta cuestión llevaría a pensar que las cifras anteriores incluyeron también a
estos vecinos de Sevilla que por una u otra razón pechaban a la Orden. De
cualquier forma, la presencia de gentes bajo jurisdicción hispalense debía ser
importante. Según una relación de censos por tierras, casas y solares en
Castilleja de la Cuesta, realizada en 1514, de un total de 74 cartas de censos
emitidas, sólo 23 lo fueron para vecinos de Castilleja; 41 para vecinos de
Sevilla y sus arrabales, y el resto a gentes de lugares próximos.
Mientras tanto, continuaban produciéndose las
periódicas “Visitas” llevadas a cabo
por destacados miembros de la Orden Militar. En estas continuarían siendo
registradas, la descripción arquitectónica de la Iglesia de Santiago, junto a
los bienes de la misma: inventario de los bienes de plata, los ornamentos, los
libros, las campanas y la madera, además de las posesiones existentes en la
localidad, las cuentas del mayordomo de la iglesia, las datas, al igual que las
propiedades de la Orden y de su beneficio; también se cita documentación del
hospital del Cuerpo de Cristo, así como de las hermandades existentes en la
Villa. Siguiendo el protocolo, dichas escrituras finalizaban con la
promulgación de una serie de “Mandatos”.
Sin lugar a dudas, y durante las visitas, de nuevo será el apartado
correspondiente a éstos, que el visitador dejaría ordenados para que se
pusiesen en práctica, el que contenga un mayor interés por cuanto aporta
interesantes noticias sobre costumbres y la vida de los vecinos de Castilleja
de la Cuesta en estos años del siglo XVI. Finalmente, dichos mandatos eran
publicados en la iglesia parroquial el primer domingo, siendo enviada una copia
al convento de Santiago de la Espada de la ciudad de Sevilla.
Propiedades y rentas territoriales de
la Encomienda de Castilleja de la Cuesta a través de los libros de Visitas.
Retomando el tema del papel desempeñado por los
comendadores, éstos, además de administrar y disfrutar las rentas de
Castilleja, estaban obligados a tener dispuestos tres escuderos con armas y
caballos, escogidos entre vasallos que componían el vecindario de la Villa, tal
y como ha sido comentado con anterioridad. Conocido es el nombre de uno de los
comendadores de los que se tiene conocimiento rigieron la villa de Castilleja a
comienzos del Quinientos, más concretamente durante el periodo 1494-1515, se trata
del citado Alonso de Esquivel, cuya documentación aparece recogida en
los libros de Visitas que efectuaría la Orden Militar de Santiago, como
poseedora de la localidad, hasta finales del siglo XV.
Nuevas referencias sobre el
comendador Esquivel aparecen citadas en la obra “Noticias Artísticas de todos
los edificios públicos de esta M. N. Ciudad de Sevilla” del año
1844, en la que se recoge una inscripción que estuvo en una capilla dedicada al
Patronato de los Esquiveles, de la iglesia parroquial de San Juan de la Palma,
que decía así: “Este retablo mandó hacer, y poner en esta capilla, Alonso de Esquivel,
Comendador de Castilleja de la Cuesta, a honor y Reverencia de Nuestra Señora
la Madre de Dios, y del Bienaventurado Santiago su Patrón, y de la Bienaventurada
Santa Catalina Mártir, Año de 1511”[4].
Continuando con el desarrollo literal de las Visitas
efectuada a Castilleja de la Cuesta por miembros de la Orden, y centrándonos en
esta ocasión en el apartado meramente económico, vemos cómo las efectuadas
durante 1511 y 1514 dan prueba que las únicas propiedades en la Encomienda por
aquellos años se reducían a una casa y varios censos. La casa se menciona en
1494 al ser preguntado Alonso de Esquivel por la entrega que recibió al ser
posesionado de la encomienda:
“Mostró un testimonio
signado de escribano público en que parece que el tiempo que tomó la posesión
de ello no halló casa, ni tinaja ni cuba ni otro aderezo para coger pan e vino,
lo cual, visto por el acorde de comprar
en el dicho lugar por sus dineros una casa, la cual los dichos visitadores la
visitaron y hallaron en ella un razonable aposentamiento para morar e un lagar
con su viga bien enderezada y dos bodegas bien reparadas con cuarenta tinajas
mayores y mediana, y un corral que tiene
ciertos granados e higueras. De lo cual dijo que antes de ahora tenía hecha
donación a la Orden, a que ahora lo debe por mejoramiento por el hecho en la
dicha encomienda”[5].
En las visitas posteriores los reparos de esta casa
no fueron importantes, oscilando el número de tinajas de unos años a otros; en
1515 se dijo que “había acrecentado el
dicho comendador una viga nueva con todos sus aparejos para el lagar y la torre
nueva del dicho lagar…, después de visitación pasada, gastando en ello 17.000
maravedíes”[6].
El dinero percibido en 1511 y 1514 por los censos fue
de 10.384 maravedíes, por lo que la aranzada de viña se cobraba a 41
maravedíes. Se encontraban conservadas un total de 258, 1 aranzadas, si bien,
en el recuento de los 59 censos disfrutados por la encomienda solo resultan
254,707 aranzadas. En las otras visitas también se señalaron estos censos sobre
viñas, si bien no se especificaba el total de aranzadas repartidas, que al
juzgar por la renta de 1501 debieron disminuir en los años siguientes.
Respecto a las “Rentas
Señoriales”, en 1494, 1509 y 1511 es mencionada la “martiniega”, que suponía doce maravedíes por casa, especificándose
que en 1494 se entregaba a la iglesia. Su cuantía en los tres años conocidos
fue, respectivamente, de 800, 700 y 850 maravedíes. En 1511 y 1514 se mencionan
también penas y calañas, aunque sin concretar la cantidad que ambos derechos suponían
para los ingresos de la Encomienda[7].
De gran valía son igualmente los datos ofrecidos
durante la visita efectuada en el año 1575 sobre las propiedades y rentas
territoriales de la Encomienda, en las que se nos ofrece una detallada
descripción de las viviendas y censos pagados de algunas de las personas que
habitaron nuestro pueblo por aquellos años. Iniciamos el comentario haciendo
alusión a las denominadas “Posesiones”
sobre las que tenía derecho la Orden en Castilleja de la Cuesta[8].
Continuando con
el contenido de la fuente documental, fueron tomadas las cuentas de las hermandades
existentes en la Iglesia parroquial de Santiago: Cofradía y Hermandad del
Santísimo Sacramento y Vera Cruz, Cofradía de Santiago y San Sebastián,
Cofradía y Hermandad de Santa María de la Soledad y Entierro de Jesucristo, así
como a los mayordomos Martín Cabrera y Francisco de Aguilar, quienes habían
desempeñado sus cargos desde el año 1571 hasta la fecha[9].
El hospital “Cuerpo de Cristo”
Uno de los aspectos más interesantes aparecidos en
las citadas fuentes documentales son los referidos a la existencia de un
hospital, propiedad de la Orden Militar, desde mediados del siglo XV. “Hay
en el dicho lugar una casa de dicho maestrazgo que es Hospital la cual está
administrada por la Hermandad del Sacramento que hay en dicho lugar al mando de
Julián Cruz, Hernando Carrés, y a Vasco de Mosquera, hermanos de la dicha
cofradía, para atender a enfermos y a pobres que allí confieren”[10].
Los libros de visita de la Orden de Santiago
comenzaron a interesarse por los hospitales existentes en la provincia de León
(Reino de Sevilla) a partir de 1498, y de 1507 en la provincia de Castilla
(Reino de Jaén). Respecto a los requisitos que se exigían en el señorío
santiaguista para poder abrir un hospital estaban:
1. Autorización maestral para la
fundación, previa información de que el hospital no dañaría las rentas (diezmos
y primicias) de la Orden.
2. Compromiso por parte del fundador
que consentiría la inspección del centro por los visitadores de la Orden.
3. Acuerdo entre los fundadores y los
párrocos sobre la administración de los sacramentos y el ejercicio del culto
divino dentro de los hospitales cuando en ellos hubiere capilla.
4.
Obtención
de bulas papales. No obstante, este trámite sólo sería necesario en el supuesto
de la existencia de capilla, pero no para la simple creación de un hospital[11].
La fundación de un hospital en Castilleja de la
Cuesta a mediados de siglo no constituía un hecho aislado y exclusivo, ya que
hospitales hubo en casi todos los pueblos del Aljarafe; algunos de ellos no
eran sino simples albergues donde se alojaban a pobres vagabundos, se les
proporcionaba algo de comer y donde en caso de hallarse enfermos, se les
aplicaba alguno de los rudimentarios conocimientos o eran conducidos a cualquiera
de los hospitales pobres de Sevilla. Varias son hasta la fecha las menciones
hechas acerca de la localización de este edificio en Castilleja de la Cuesta.
Una vez finalizada
la visita a los edificios religiosos de la localidad, eran visitadas el resto
de las propiedades de la encomienda entre las que se hallaba el hospital,
titulado desde su creación “Cuerpo de Cristo”. Ubicado en el Señorío Antiguo de
la Villa, en la actual calle Enmedio, aunque muy modesto, servía para acoger a
gentes o mendigos transeúntes, desvalidos o enfermos, y cuyos bienes eran muy
reducidos[12]. En la efectuada durante
el año 1515 la descripción facilitada fue la siguiente: “Hay en dicho lugar una casa que dio María Garay para Hospital, la cual
administra la Hermandad del Santísimo Sacramento del dicho lugar, mandado por
los hermanos de la dicha cofradía, para que tengan cuidado del reparo de la
dicha casa, por manera de asistir y atender para los pobres que concurrieren”[13]. Llegados a este punto, debemos añadir
que casi todos los hospitales abiertos en el señorío santiaguista del Reino de
Sevilla estaban administrados por una cofradía, cuyo nombre coincidía con la
advocación del hospital, tal y como sucedió en el castillejano.
Pero sin lugar a dudas, la descripción más completa e
interesante fue la ofrecida durante la visita a Castilleja de la Cuesta a
comienzos del año 1575, por cuanto por vez primera son ofrecidos datos
arquitectónicos del edificio:
“En la dicha Villa de Castilleja de la Cuesta
hay un hospital en la calle que dicen de Hernando Hayán, en la parte dicha de
la Villa, que compró de Vuestra Majestad el conde de Olivares que era de la
dicha Orden; es una casa baja que tiene una ¿qindia?(sic) a la entrada y a la
mano derecha una camarilla, y a la izquierda, tras la puerta, una cocina, y
dentro de ella (roto), y de dicha sala se sale a un corralejo pequeño. El
maderamiento de la dicha casa y piezas es de madera de castaño y (ilegible),
tiene siete reales y media que paga Hernando Hayán, vecino de Castilleja de censo
sobre un pedazo de bodega y corral
pagado al dicho hospital que se lo dio a censo y así mismo tiene otros tres de
censo y pecho, que paga Inés Rodríguez, sobre una aranzada de viña que es de
Castilleja, al sitio de la Herreyuela...”[14].
Destacar
igualmente las obras realizadas en el recinto hospitalario en el mismo año por
un valor de tres mil ochocientos y treinta y ocho maravedíes pagados a
Cristóbal López, maestro albañil, a cuenta de los cuarenta y seis ducados y
medio por las obras de albañilerías efectuadas: “trescientos sesenta y siete reales y medio de treinta y cinco carretadas de cal que se
trajeron para el hospital a precio de diez reales y medio cada una;
cuatrocientos diez reales de ocho mil
ladrillos; un umbral y meter la cal y ladrillos a una casa a guardarse
diecinueve reales”[15].
Pero no solo fue anotada la existencia de dicho
recinto hospitalario en nuestro pueblo durante las mencionadas “Visitas”. Numerosas son también las
reseñas ofrecidas sobre el edificio en las cartas de los testamentos dictadas
por vecinos de la localidad. Prueba de
ello fueron las efectuadas por don Rodrigo Trujillo en el año de 1539 donde se
citaba lo siguiente: “Y mando al Hospital
del Cuerpo de Cristo de esta Villa, cincuenta maravedíes para una cama en que
se acogen pobres, y en ella se gasten todos…”[16].
Nuevos datos acerca de su existencia quedaron
recogidos en el testamento redactado en el año de 1570 por otro vecino de la
localidad, enterrado en el templo matriz de Santiago, quién dona cierta
cantidad para su mantenimiento: “Y mando se den a la fábrica de Señor Santiago
de esta Villa de Castilleja de la Cuesta 8 ducados que le doy en cargo y para
honra del Santísimo Sacramento que en ella se ha erigido, y mando para la obra
del hospital 100 ducados, que le doy al mayordomo que fuere de dicho hospital”[17]; y finalizando la centuria, del año
1595 se aporta una nueva nota en la que es mencionado nuevamente el hospital,
en esta ocasión durante la descripción de los linderos de unas casas que iban a
ser entregadas como dote por Catalina de Briones a favor de Hernando Hayán,
quién iba a contraer matrimonio con su hija Luisa de Briones: “Además
entran en la dote unas casas...en Castilleja de la Cuesta, lindantes con el
Hospital del Cuerpo de Cristo, y unas casa pequeñas en la misma Castilleja”[18].
La intervención de la Corona y la
separación territorial.
El principal hecho que determinaría la desmembración
o separación de la Orden Militar de Santiago de Castilleja de la Cuesta y
Villanueva del Ariscal fueron las constantes desavenencias surgidas entre la
clase dirigente de la Orden, los maestres, y por las necesidades económicas
experimentadas por el monarca Carlos I de España a la par V de Alemania,
motivado por la política Imperial y las guerras que a ello conducía tal y como
quedaría explícito en la Real Cédula dictada para la citada desmembración. A
ello hubo que sumar la Bula dictada por el pontífice Clemente VII, bajo la
presión del monarca, mediante la cual se podían desmembrar bienes de aquellos
maestrazgos y de las encomiendas de dichas Órdenes hasta cierta cantidad, y
poder disponer de ellos como les pareciese más conveniente. Dicha Bula fue
renovada por el pontífice Paulo III en 1536, obteniendo vía libre
aquellos nobles que por aquellos años deseaban fundar un señorío o ampliar los
territorios de los que ya poseían, sobre todo si las posesiones de las Órdenes
militares les convenían por su
proximidad a sus residencias o a las tierras de sus señoríos patrimoniales: una
de estas ofertas de compra de estas posesiones fue la de algunos lugares
incluidos en la Encomienda santiaguista del Aljarafe por el conde de Olivares
Pedro de Guzmán[19], entre las que se hallaban las villas de Castilleja de la Cuesta
(1538); Castilleja de Guzmán (1538); Heliche (1538); y Albaida (1578).
Durante
la pertenencia de Castilleja de la Cuesta a la Corona, la Primitiva Carta
Puebla dictada a finales del siglo XIV, renovada a comienzos del XV, fue
nuevamente reformada en el año 1513 en algunos de sus capítulos más
significativos. Tras la revisión y el aumento experimentado en el apartado de
los impuestos, también fue ampliado el artículo número 10, en el que se hacía
referencia a la venta de las propiedades existentes en el término
jurisdiccional de la población:
“10.- Otrosí, que las
viñas e tierras y heredades que los dichos pobladores tomasen, no las puedan ni
vender a hombre de Orden ni de Religión, ni de fuera del Señorío de Nuestro
Señor el Rey, ni a rico hombre ni a rica hembra, ni a otra persona poderosa,
salvo a hombres llanos de las condiciones de ellos para que las hubiese con las
dichas condiciones e tributos que de uso se contienen...”[20].
La adquisición de la villa de
Castilleja de la Cuesta por el Conde de Olivares don Pedro de Guzmán y Zúñiga a
la Corona.
Uno de los hechos
fundamentales en la Historia de Castilleja de la Cuesta fue la adquisición de
parte de su actual territorio en el año 1538 por el conde Pedro de Guzmán y
Zúñiga a la Corona, para ser incorporada a la Casa de Olivares, siendo a raíz
de este acontecimiento cuando a la población se le conceda el título de “Villa”, como
consecuencia del primer reconocimiento de su Concejo o Ayuntamiento, poseedor
de un alcalde con jurisdicción civil y criminal, y por el disfrute de determinados privilegios
y exenciones de carácter político y administrativo con consentimiento de la Corona.
Tras la adquisición de la encomienda de Heliche por
la familia Guzmán, a continuación, todas las miras del ducado estuvieron
dirigidas para la de Castilleja de la
Cuesta; una Real Cédula de 19 de diciembre de 1538 desmembró de la Orden de
Santiago los bienes de la encomienda de Castilleja con sus vasallos,
jurisdicción, rentas y tributos, mediando autorización expresa de su comendador;
fue otorgada en el puerto de Corfú (Grecia) donde entonces estaba la armada del
Rey el 4 de octubre de ese mismo año. A
continuación, y por una Real Carta de la misma fecha de la cédula anterior se
ordenó al Concejo, Justicia y Regimiento de Castilleja de la Cuesta que tuviese
al Rey por señor propietario de la Villa, su término y jurisdicción, rentas y
demás pertenencias que allí habían
poseído la Orden hasta entonces, encargando al mismo tiempo a Pedro de
Castañeda, vecino de Sevilla y nombrado alcalde mayor de la propia Villa, que
tomase la oportuna posesión de todo lo
dicho[21].
Tras ser compensada la encomienda de la Orden con el
equivalente a las rentas que perdía por esta desmembración, cuyo montaje había
sido calculado por el administrador Francisco de Santiago, con un juro de
heredad de casi 70.000 maravedíes anuales, se pasó a efectuar una nueva
tasación más ajustada, de todo lo que se debía vender al conde de Olivares
procedente de los bienes de dicha encomienda, y el mismo funcionario calculó
que la media de las rentas de tales bienes en el quinquenio 1532 - 1536 había
sido la siguiente: sumados el rendimiento de la dehesa de Ajoar, los diezmos del
vino y de los menudos, los tributos y censos en Castilleja y 36 fanegas de
tierra de pan llevar en Gerena, todo ello daba una renta media anual de 70.200
maravedíes. También el mismo comisionado averiguó que en Castilleja de la
Cuesta y sus términos se contaban 33´5 vasallos, entre vecinos, una tutela,
tres viudas, un cura y 17 “moradores y caseros de vecinos de Sevilla”[22].
Una vez
terminadas estas operaciones y dispuestos todos los requisitos legales, se
procedió a extender el Privilegio Real de venta de la villa de Castilleja de la
Cuesta, librado por el Emperador a favor de Pedro de Guzmán, conde de Olivares,
en Toledo el 23 de mayo de 1539. A continuación, y relacionado con la
documentación anterior y la siguiente, es ofrecido un fragmento que formó parte
de un expediente posterior, realizado en el siglo XVIII, respecto a la división
territorial de la localidad:
“Por un testimonio de exhibición dado por escribano público de Sevilla
Ignacio Marques de Guevara, se dice que por Real Cédula o Carta, fecha en
Toledo a 23 de Mayo de 1539, el Señor Emperador Don Carlos Quinto en virtud de
Bulas Pontificias vendió a Don Pedro de Guzmán Conde de Olivares la villa de
Castilleja de la Cuesta, fuera de las alcabalas con sus diezmos y demás con
todo lo que correspondía a la encomienda de Santiago y con permiso de su
comendador. Por el mismo testimonio
se dice que hay escritura otorgada en Toledo a 16 de Abril de 1539 ante Juan
Sánchez Montesinos en que se vendieron al Conde de Olivares las alcabalas de Castilleja
de la Cuesta sin incluir las alcabalas de la parte que dicha Villa tiene en
término de esta ciudad de Sevilla porque estas quedan reservadas a S.M.”[23].
Mediante esta escritura se vendieron al conde el
señorío, jurisdicción, nombramiento de justicias, vasallaje, rentas, censos y
tributos sobre casas, solares y viñas, pechos y derechos de la villa de
Castilleja de la Cuesta, junto con la dehesa de Ajoar, en términos de
Aznalcázar, y tres cahíces de tierra de pan llevar en términos de Gerena, por
el precio total de 3.477.800 maravedíes, cantidad que resultó de la
capitalización de las citadas rentas de la Villa, de las que se descontaron dos
mil maravedíes que se le pagaban anualmente al clérigo que servía el beneficio
de la iglesia de la propia Villa, los
mismos que le habían dado los comendadores de la Orden y a cuyo pago quedaba
ahora obligado el nuevo señor, y añadiéndole 950 de los derechos de penas y
multas; de sumarle el importe de la compra del vasallaje, estimados a 16.000
maravedíes cada vasallo, y de añadir a todo ello 37.500 más, en que fue
valorada una casa con lagar y bodegas, que poseía la encomienda de Castilleja
que también pasaba a propiedad de don Pedro.
Pagado el precio, el mentado Alcalde Mayor de la
Villa, Pedro de Castañeda, dio la posesión de la misma y sus pertenencias a
Pedro de Guzmán a mediados del siguiente mes de junio. Don Pedro quiso
redondear estas posesiones con la compra de unas rentas más sobre ellas, rentas
hasta entonces consideradas inalienables por la Corona, pero que los gastos
imperiales las habían lanzado también al mercado real: las alcabalas. En
efecto, en 1540 el conde de Olivares compró la propiedad de los derechos de
alcabalas de las villas cuyo señorío ya poseía: Olivares, Heliche y las dos
Castillejas; estimadas sus alcabalas en conjunto en 70.000 maravedíes de renta
anual, fueron adquiridas por el precio de 2.940.000. El ya “señor
de Castilleja de la Cuesta”, era ya en esta década vecino de
Sevilla en sus casas situadas en la collación de San Vicente[24].
A
partir de entonces, hay que destacar que en Castilleja de la Cuesta la
capacidad de decisión y autoridad del Concejo se vio en gran medida
condicionada por la voluntad del Señor del término, el titular del condado de
Olivares.
Al margen de la propiedad señorial de Castilleja de
la Cuesta por la Casa de Olivares, el siglo XVI vendría marcado por toda una
serie de cuestiones, de índole económico y social, en las que las haciendas de
viñas y olivares junto a los edificios religiosos jugarán un papel determinante
en la vida de la población al quedar sus vecinos estrechamente vinculados a los
mismos. Reseñar también cómo la extensión del cultivo de viñas aparece
dominante por encima de cualquier otro tipo de fincas Serán burgueses
sevillanos, quienes, favorecidos por el monopolio indiano, inviertan en
heredades fundando vinculaciones en el fértil Aljarafe y, concretamente, en las
tierras del mismo más cercanas a la capital, como las de Castilleja[25]. Consecuencia
de ello es en primer lugar la proliferación de lagares y bodegas, y en segundo
las fábricas de aguardiente, trabajadas por algunos pobladores flamencos,
quienes posiblemente traían con ellos los conocimientos y secretos de la
vinicultura borgoñona, como Hernando Hayán, propietario desde comienzos de la
centuria de la hacienda de la Sagrada Familia, o Giuseppe Cornielles, ambos
maestros aguardenteros.
En enero de 1554 Pedro de Guzmán promulgó unas
Ordenanzas para el Buen Gobierno de las villas de Castilleja de la Cuesta,
Olivares y Heliche, en las que se establecían penas y castigos para los
diversos delitos - en cuya relación se emparejaban en extraña mezcolanza
asuntos religiosos y profanos- y se trataba de ordenar la vida económica de
estos lugares. Estas primeras reglas completadas por otras de 1562, que
regularían el funcionamiento concejil, la leva de mozos de soldada, la guarda
de heredades y trabajo de pastores, gañanes, cabañeros y manaderos, así como
los oficios mecánicos y campesinos; se daban normas para ser observadas en los
mesones y las obligaciones de los mesoneros y disposiciones sobre mostrencos y
cosas perdidas, multas y pechos o impuestos;
y ampliadas por otras a fines de diciembre de ese mismo año, para tiempos
“trabajosos
y de mucha falta y carestía de pan”, organizando para ello el
funcionamiento y administración del pósito de Olivares, destinado a vasallos de
esta Villa, Heliche, Castilleja de la Cuesta y la de Guzmán[26].
Las rentas acumuladas por el conde de Olivares aún le
permitieron intentar en los últimos años de su vida la ampliación de sus
tierras señoriales con dos nuevas adquisiciones. Pedro de Guzmán, residente en
la Corte, en la que desempeñaba los oficios de mayordomo real y contador mayor
de cuentas, solicitó del Consejo de Hacienda a fines de 1564 la compra del
señorío, vasallaje y rentas de la villa de Sanlúcar la Mayor y de los treinta y
siete vecinos “que en el término de Tomares dice que tiene un lugar suyo, llamado
Castilleja de la Cuesta, que es en tierra de Sevilla, e que se le den
ochocientas varas de término por todas partes”, o sea, la llamada
calle Real de Castilleja, cuyas varas de tierras deberían proporcionárseles a
costa de los términos concejiles de las villas vecinas[27].
En efecto, en enero de 1565 se asentó en la Real
Hacienda la venta que de los dichos lugares se iba a realizar a favor del conde
de Olivares y, a principios del mes siguiente, un juez comisionado se personó
en aquellos y llevó a cabo su cometido, averiguando primero en la calle Real de
Castilleja de la Cuesta su jurisdicción, vecindario, términos, rentas y
alcabalas y, luego, otro tanto en Sanlúcar la Mayor[28].
Pero la oposición de Sevilla y de los lugares limítrofes con Castilleja, a los
que había que expoliar parte de sus términos, fue tal que, uniéndose a la
solicitud de Sevilla de retrotraer la compra de Sanlúcar a su favor, hizo que
la venta de tales lugares al Conde fuese rescindida[29].
En los últimos días del mes de julio de 1547 moría Francisca de Ribera, condesa
de Olivares. Antes de morir otorgó un codicilo y un memorial, en los que
rectificaba algunas cuestiones, concretaba otras o introducía algunos legados
puntuales con respecto a lo que se hallaba dispuesto por el testamento que
había otorgado conjuntamente con su difunto esposo. Por el memorial, además de
legar trescientos ducados para que se labrase la iglesia de Santiago Apóstol de
Castilleja de la Cuesta, se concretaban las mandas para sus criados y esclavas[30].
Años más tarde, el nombre de Castilleja de la Cuesta
aparecería ya reflejado en los papeles jurídicos-administrativos de la Casa de
Olivares. En esta ocasión con motivo de la realización del mayorazgo fundado
por el primer conde de Olivares don Pedro, a 26 de septiembre de 1563. Estos
mayorazgos eran en definitiva meras instituciones destinadas a perpetuar en una
familia la propiedad de ciertos bienes; bienes que dejados en herencia no
pudiesen ser enajenados por el heredero, que venía obligado a transmitirlos a
su sucesor intacto. Así, las cláusulas relativas a las propiedades, y en las
que se cita la población de Castilleja son las siguientes:
“Ítem. La villa de Castilleja de la Cuesta con sus vasallos y casas y
rentas, y pechos y derechos, y alcabalas, almojarifazgos y veintenas, diezmos y
tributos, y gallinas y casas, y términos y jurisdicción civil y criminal, alta
y baja mero mixto imperio, con la dehesa de Ajoar y con todo a la dicha Villa y
dehesa anejo y perteneciente”; “Ítem.
Los olivares con sus casas y molinos, y silos y tierras y viñas, que hemos
comprado en término de la dicha villa de Castilleja de la Cuesta, ansí en lo
del Señorío como en lo realengo, ansí vasallos y renta y jurisdicción y
heredades como otras cualquier cosas que habemos y tenemos, y de aquí en
adelante tuviéremos por compra o de otra cualquier manera en la dicha Villa y
realengo”[31].
En el año 1569, fueron dictadas una serie de
instrucciones dictadas por la Casa de Olivares para la administración de
Castilleja de la Cuesta, tras numerosos conflictos ocasionados entre
saqueadores contra las propiedades de los ya mencionados “Cristianos Nuevos”,
denominación que recibieron las personas convertidas al cristianismo que antes
habían practicado otra religión (judaísmo o islam en la inmensa mayoría de los
casos), y que mayoritariamente se
hallaban ubicados en los términos de la Calle Real. Algunas de las medidas
tomadas fueron la imposición de una compañía de soldados para su defensa, para
lo que fue encargado el administrador del territorio Antonio de Luna:
“Remito todo como aquí también lo sabrá entender y trazar y le pasa por
las manos, para que hagáis aquello que mejor sea, y a esa gente iréis
apaciguando, no perdonando al que lo mereciere y se demandare, aunque sea
cualquier de los mas estirados, y de esto advirtierais siempre al Gobernador,
porque mi voluntad es que el desvergonzado sea castigado y el que lo mereciere
le tratéis con gran Amor y voluntad, porque no haciéndose así en semejantes
tiempos suelen venir de ello algunas revoluciones que son trabajosas de
remediar; y en el negocio de los particulares que estaban por revocar los
poderes, será bueno que lo tratases con ellos, entiendan salió de vos mismo y
no de otro y que conozcan que esto no lo habíamos de intentar el duque mi señor
y yo con ellos, y si así les pidiere por terceras personas que lo que con ellos
tratases sea de manera que no venga a otra noticia porque esto no os lo
mandamos.
Y si así es verdad que yo no os diré
se lo hablases a los que no habían revocado, sino a los demás para que como de
suyo lo negociasen con los cinco, si deseaban efectuar la concordia, y no
viniendo por esta vía no trataseis más de ello, porque ya sabéis que se ha dado
parte de estas cosas al duque mi señor, y hasta ver lo que manda no se puede
efectuar nada. Y en el interin, si los que han revocado vieren que lo está bien
ellos lo trabajarán con los demás. La traza que se da en lo de los ganados de
los cristianos nuevos que estén en guarda con los pastores cristianos viejos
por míos, me parece muy bien y todo lo que más se hiciese para defender y
conservar las haciendas de esos cuidados porque dejado el merecerlo ellos
también gana mi hacienda; el no
desbaratar ellos las suya; y así será justo que por estos y por muchos respetos
miréis con gran cuidado por sus personas, y lo mismo en hacer que se hagan
informaciones contra los que son bellacos y robaren, haciendo en los que lo
mandes culpados castigos tan ejemplares que lo sean para los demás, y que los
de a caballo corran muy bien la tierra, y sus personas tan apercibidas que
puedan cometer cualquier cosa que se ofrezca en el campo; y los de Castilleja
sosegad lo más que pudieres y les dad buenas palabras para que olviden lo
pasado”[32].
Mientras tanto,
y respecto a la situación territorial de la calle Real, continuaría
perteneciendo durante todo el siglo a la jurisdicción civil de Tomares y a la
eclesiástica del arzobispado hispalense, tal y como queda reflejado en una
descripción territorial efectuada en el año de 1584 de nuestra localidad:
“Yo, Carlos Martín de las Cuevas, escribano
del Rey Nuestro Señor en todos sus reinos, y escribano público de esta villa de
Tomares, doy fe que por una mojonera que el Consejo de Justicia y Regimiento
que fue de esta Villa en el año pasado de 1584, en 29 días del mes de octubre
de dicho año, se hicieron dicho amojonamiento ante Diego López, escribano
público y del Consejo de esta Villa en su término y jurisdicción de ella, y
consta que al margen de dicha mojonera empieza desde el primer mojón que se
hizo en guarismo y va siendo hasta noventa y seis, y desde el guarismo
diecisiete hasta el guarismo veintiocho por ellos consta haber amojonado por
jurisdicción de esta Villa la Calle Real de Castilleja de la Cuesta, que empieza en
el Callejón que de esta Villa va a dicha Castilleja y a la salida
de él, para entrar en la Calle Real, empieza dicho amojonamiento por dicha
calle de Arriba... y para que conste”[33].
Otros acontecimientos sociales. La fundación de la Hermandad
y Cofradía del Santo Entierro de Cristo y Nuestra Señora de la Soledad.
Dos de los acontecimientos históricos más
significativos relacionados con la villa Castilleja de la Cuesta fueron sin
duda el nacimiento de Fray Antonio Vázquez de Espinosa, hacia 1575, y el
fallecimiento del señor Hernando Cortés Pizarro “Hernán Cortés”, conquistador de Méjico, el día 2 de diciembre de
1547 en la hacienda del señor Alonso Rodríguez de Medina, Jurado de la capital
hispalense que estuvo ubicada en parte del espacio que actualmente ocupa el
Convento de Madres Irlandesas, en la Calle Real de la Villa.
El personaje que más renombre ha
otorgado a Castilleja de la Cuesta a lo largo de sus siglos de existencia ha
sido sin lugar a dudas el conquistador don Hernando Cortés Pizarro. Cortés
llegaría a Castilleja una tarde del mes de junio de 1547 procedente de Nueva
España (virreinato español de Indias, correspondiente al actual México, parte
de Estados Unidos y de América Central), tras desembarcar en Sevilla con la
intención de ser recibido por el rey ante el incumplimiento que un día le
hiciese. Mientras espera esa llamada para ser recibido en la corte, es invitado
por su amigo Alonso Rodríguez para que se aloje en su casa-hacienda de
Castilleja de la Cuesta, contaba por aquel entonces el conquistador con 62 años
de edad. Algunos caballeros hidalgos, comerciantes y centros de religiosos la
habían escogido como lugar de residencia y de explotación agrícola. El edificio
en que se alojó don Hernando correspondía a las típicas casas-palacios que
formaban parte de las heredades o haciendas agrícolas heredadas de las
alquerías musulmanas.
La invitación se prolongaría
más de lo previsto motivado ello por la prolongada tardanza de la entrevista
solicitada -curiosamente nunca se produjo, y por la mermada salud del
conquistador quién tras una corta enfermedad fallecería en sus aposentos el
citado 2 de diciembre de 1547. En el momento de su fallecimiento estuvieron
presentes su hijo Martín Cortés y el Prior del Monasterio de San Isidoro del
Campo, fray Pedro Zaldívar, además de otros nobles y amigos[34].
Finalmente se decide que su cuerpo sea depositado dos
días más tarde en el Monasterio de San Isidoro de la localidad de Santiponce”[35].
En su testamento, redactado en octubre de 1547,
Hernán Cortés disponía que sus restos descansaran en Nueva España. Por lo que,
atendiendo a sus últimos deseos, y ante el mismo escribano el señor Alonso, se
producía el siguiente hecho: “En 9 de junio de 1550, abierta la tumba y
enterramiento sus restos fueron trasladados a otro sepulcro de la misma iglesia
en la peana del Altar de Santa Catalina debajo de un arco, cerrada con una reja
de palo. Presentes, Francisco de Mesa, albañil, Hernán Sánchez y Alonso López,
carpinteros, vecinos de Sevilla. El dicho don Martín dio poder a don Diego
Ferrer su criado, y en su ausencia a don francisco López de Calatayud, vecinos
de Valladolid, y a Pedro de Tapia, vecino de Sevilla para pedir el dicho
cuerpo, y enviarlo a Nueva España ante Juan de Portes de Sevilla, Domingo 15 de
marzo de 1562, y en el mismo día el prior fray Bonifacio Cevallos entregó los
huesos a Francisco López de Calatayud que pagó 150 escudos en oro, y otorgó
recibo ante Diego Pérez, escribano público de Santiponce”[36]. Una vez en México, y tras una serie
de traslados motivados por sus detractores, sus restos fueron depositados en
una urna de cristal en el interior de un panteón de jaspe, coronado con un
busto de su persona y su escudo de armas, en la iglesia del Hospital de la
Concepción y Jesús Nazareno.
En el apartado religioso, se producen dos hechos
importantes para el pueblo de Castilleja, la aparición de Nuestra Señora de
Guía en 1525 al señor Rodrigo Ponce de León, y la fundación en Santiago de la
Hermandad del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de
la Soledad. El primer evento se producía en los terrenos donde se levanta la
ermita de su mismo nombre; este hecho quedó recogido en una obra manuscrita en
1832 “Compendio histórico civil y
eclesiástico, de las Antigüedades de Castilleja de la Cuesta”, por fray
Manuel González de los Dolores, franciscano descalzo de la Provincia de San
Diego en Andalucía, morador del convento de Nuestra Señora de la O de
Castilleja de la Cuesta.
Cuarenta y dos años después, en 1567, en el templo de
Santiago era fundada la Hermandad y Cofradía titulada: Santo Entierro de
Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Soledad, germen de la actual, “Pontificia,
Real e Ilustre Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol y Cofradía de Nuestro
Padre Jesús de los Remedios en el Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad”;
con anterioridad, en 1557 se había fundado en Sevilla su homónima, la Hermandad
Sacramental de la Soledad de San Lorenzo. Sería igualmente, en el mencionado
año, cuando a la hermandad castillejana, le fueron aprobadas sus primitivas
reglas por el Prior de San Marcos de León, el señor Juan Gallego, siendo
párroco Rodrigo de Arce, de la Orden de San Pedro[37].
La mencionada Hermandad, junto con la creada con anterioridad, la Hermandad de
la Santa Vera Cruz, serán las únicas penitenciales que residirían en la
parroquial de Santiago, hasta la fusión de ambas corporaciones en el año de
1795[38].
Sería también en este siglo e igualmente en la
parroquia de Santiago, cuando se comiencen a establecer las primeras
capellanías establecidas en la población, al ser el único edificio religioso
catalogado como parroquial en la población hasta la fecha, ya que hasta 1613 no
se constituiría como tal la iglesia de la Concepción, cuestión a la que habría
que sumar su dependencia eclesiástica al arzobispado hispalense hasta el año
1634. La finalidad de las capellanías era celebrar misas y sufragios por el
alma de sus fundadores, previamente determinados, contando para su abono con
ciertos bienes que aquellos habían dejado. De mediados de siglo deben de ser la
capellanía fundada por Isabel de Molina tal y como se cita en un documento
perteneciente al año 1589: “Rodrigo de Cieza, clérigo presbítero
beneficiado de la Iglesia de Señor Santiago de la Villa de Castilleja de la
Cuesta, otorgo y conozco y digo que por cuanto doña Isabel de Molina, difunta
mujer que fue del jurado Diego de Molina, instituyó y fundó un patronazgo y
capellanía en dicha Iglesia de Señor Santiago, con cargo de casar doncellas
pobres y para decir ciertas misas y memorias, del cual nombró dicho patrona mi
don Rodrigo de Cieza, para que gobernase la renta y los bienes...”[39]; y la creada por la familia de los
Cuevas[40].
Para terminar este apartado histórico social de la
Castilleja de la Cuesta del siglo XVI, y al igual que para el resto de
poblaciones del Aljarafe, los únicos actos festivos para su gente humilde eran
las fiestas y los acontecimientos religiosos. La vida a lo largo de este siglo
no era ciertamente agradable, al menos para la mayoría. La monotonía cotidiana
del trabajo, marcado por el horario litúrgico, solo se rompía a lo largo del
año por las fiestas religiosas de guardar, en las que estaba prescrito el
trabajo. Los días festivos, en los cuales no se podía trabajar eran los
siguientes: todos los domingos del año, el primero y segundo día de la Pascua
de Navidad del Señor, el de Reyes, el de la Resurrección, el de la Ascensión,
el primero y segundo de la Pascua del Espíritu Santo, el del Hábeas Cristi, el
de San Juan Bautista, el de Santiago el Mayor y los Jueves y Viernes Santo.
Finalmente se cita literalmente un documento
procedente de 1582 en el que se menciona un traslado religioso por las calles
de la población, efectuado desde una de sus haciendas, propiedad de Alonso
Franco, hasta la iglesia de Santiago, con motivo de haber estado guardadas en
sus dependencias las imágenes de dicho templo, con motivo de su ampliación y
restauración. A través del mismo, fundamental para un estudio antropológico de
la población, se puede ver como Castilleja comenzaba a ser centro de atención
de cuantos acontecimientos festivos y religiosos se celebraban en sus calles,
acudiendo a éstos numerosos vecinos de localidades limítrofes:
“En la Villa de Castilleja de la Cuesta,
domingo trece días del mes de mayo de mil y quinientos y ochenta y dos
años...las casas de la morada de Alonso Franco, vecino de la ciudad de Sevilla,
que son en esta dicha Villa, una capilla oratorio que está en las dichas casas
de su merced Fernando de las Cuevas, escribano público de esta dicha Villa...el
dicho Alonso Franco y me pidió a mí el dicho...le diese por testimonio y manda
que se haga fe como en la dicha su capilla estaba el Santísimo Sacramento por
haberse sacado de la Iglesia de Señor Santiago de esta dicha Villa, por haber
estado la dicha Iglesia reparándose, y que ahora sacaban y llevaban con toda la
veneración que podía con clérigos, cera, cruz e danzas, y otros instrumentos de
música el dicho Santísimo Sacramento con la Imagen de Nuestra Señora y Santiago
y San Sebastián, y por las calles por donde se suele ir y andar la fiesta del
Hábeas Cristi, acompañando las cofradías que hay en esta dicha Villa, con mucha
gente que iba en la dicha procesión, así de esta Villa como de la ciudad de
Sevilla y de otros pueblos comarcanos. Y se llevó el Santísimo Sacramento a la
dicha Iglesia de Señor Santiago de la dicha Villa, a donde se puso un Sagrario
que el dicho Alonso Franco había hecho a su costa para la dicha Iglesia, y
acompañando el Santísimo Sacramento el Ilustre Señor Bachiller Alonso Ruiz.
Vicario de la Villa, y la costa que se había gastado en la dicha fiesta la
había hecho a su costa el dicho Alonso Franco, y habiendo misa y sermón lo cual
hizo el dicho Señor Vicario, y que había estado el Santísimo Sacramento mes y
medio en el dicho Oratorio y que guarda de su condición, y para que se entienda
como en la dicha su Capilla estuvo el Santísimo Sacramento y guardó la decencia
oportuna, pido así por testimonio, e yo el dicho escribano doy fe...”[41].
ORIGEN DE LA DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD.
Gracias a las
fuentes documentales, tal y como veremos a continuación, se reafirma la
devoción que durante casi sus quinientos años de existencia tuvo Nuestra Señora
de la Soledad, y digo reafirmar, porque si una cosa está lo suficientemente
claro en Castilleja de la Cuesta, y en las poblaciones cercanas, es el cariño y
devoción que sus vecinos siempre procesaron hacia su bendita imagen.
Curiosamente, a
través de los siglos, existen templos parroquiales en los que las devociones
hacia ciertas imágenes marianas se han ido alternando paulatinamente, en unas
ocasiones por la llegada de nuevas imágenes, y en otras por el papel
predominante que adquirían otras, que se hallaban ubicadas en recintos
religiosos cercanos. Ante tales hechos, aquellas corporaciones optaban en la
mayoría de las ocasiones por el cambio de nombre ante la pérdida de la devoción
popular a que se verían sometidas, como muestra de ello, vemos, cómo en una
misma parroquia, imágenes que durante un cierto período de tiempo han aparecido
citadas con un nombre, aparecen poco después con otro, hecho ocasionado por la
falta de devoción a las que se vieron sometidas durante períodos concretos.
Otra cuestión es
la aparición de dos nombres instituidos a una misma imagen tal y como ocurre en
las localidades de Alcalá del Río y Morón de la Frontera, donde la imagen
titular de la Hermandad de la Soledad es conocida por: Nuestra Señora de los
Dolores en su Soledad. Este cambio de nomenclatura se dio igualmente con un de
las imágenes titulares de nuestra localidad, más concretamente en la hermandad
Sacramental de la Inmaculada, alternándosele los nombres de Soledad, Dolores,
para pasar a llamarse finalmente Nuestra Señora de la Piedad.
Afortunadamente,
estos hechos nunca se ocasionaron en Nuestra Corporación, pues nuestra Titular,
desde su realización hacia 1567, y hasta nuestros días, siempre ha sido
conocida por el nombre de Nuestra Señora de la Soledad, conservando su
advocación de “Soledad”, este hecho
lo podremos ir observando y comentando, a través de los diversos documentos a
los que haré referencia. Junto a su nombre, Soledad, en la totalidad de las
fuentes documentales consultadas: donaciones, los testamentos y las últimas
voluntades, siempre aparece ligado el trozo de un corazón, el trozo de una
esperanza, de todas aquellas personas que la conocieron, que la quisieron, y
por la que mostraron una devoción sin igual. Personas, de muy distinta
condición social, a las que todo les parecía poco, incluso a la hora de sus
cercanos fallecimientos, para ofrecerle a la Señora. Así, se han recogido
documentos tan dispares como la donación de una corona, la entrega de un potro,
para que con su venta se le realizase un vestido a la imagen, la donación de
una aranzada de viña, ofrecimientos de misas, una gran diversidad de bienes
muebles para la capilla de la Señora, etc.
A continuación, siguiendo una secuencia histórica debido a la gran cantidad de documentación
al respecto, citaremos sólo algunos ejemplos localizados hasta la fecha, en los
que la devoción hacia Nuestra Señora de la Soledad, la Virgen de Castilleja de la Cuesta, queda bien patente:
FUENTES DOCUMENTALES DEL SIGLO XVII:
TESTAMENTO DE
CATALINA DE GUILLÉN. ESPOSA DEL COMENDADOR OCHOA DE ISAGA, caballero de la
orden de Santiago y juez de la casa de la contratación de Indias. AÑO DE 1604[42]:
. “Y mando 8 reales de vellón para la cera del
altar de Nuestra Señora de la Soledad de la Iglesia parroquial de Santiago. Y
20 reales más para que se le haga un velo de lamilla blanco”.
TESTAMENTO DE
DON LUIS GARCÍA. AÑO 1616[43].
“Ítem. Mando a la cofradía de la Soledad de
esta Villa ocho reales.”
TESTAMENTO
DE ROQUE DE TORRES. AÑO 1649[44]
. Ytt, es mi voluntad el día que yo fallezca
en adelante perpetuamente para siempre jamás se digan por mi ánima dos misas
cantadas, la una en la iglesia de señor Santiago de esta villa a Nuestra Señora
de la Soledad el día quince de agosto…
. Y mando 200 reales por una vez para que se
le haga un vestido a Nuestra Señora de la Soledad de la iglesia de Santiago de
esta villa, los cuales distribuyan mis albaceas en hacer dicho vestido porque
así es mi voluntad.
. Y mando quiero y es mi voluntad que desde
el día que yo fallezca en adelante perpetuamente para siempre jamás, se digan
por mi ánima dos misas cantadas, la una en la iglesia de señor Santiago de esta
villa a Nuestra Señora de la Soledad, las cuales se han de decir por el día e
nuestras Señora de la Asunción que es quince de agosto, ocho días antes o
después de dicho día y se pague de limosna por cada una de las dichas misas
cantadas con su responso ocho reales los cuales los cobren cada año los curas
que son o fueren de dichas iglesias.
TESTAMENTO
DE JUAN DE CABRERA RENDÓN. AÑO 1649.[45]
. Mando a la cofradía de la Soledad que está
en la iglesia de Señor Santiago doce reales de limosna.
. Mando ocho reales a la cofradía de santa
Vera Cruz que está en dicha iglesia por ser hermano de dicha cofradía.
. Y mando cuatro reales de limosna a la
cofradía del Nombre de Jesús, que está en dicha iglesia.
TESTAMENTO
DE ALONSO PÉREZ. AÑO 1649.[46]
. Mando a la Virgen del Rosario que está en la
iglesia de señor Santiago de esta Villa, cincuenta ducados os cuales se pongan
en renta y delo que rentaren se haga una fiesta en cada un aña para siempre.
TESTAMENTO DE
JOSÉ DE CABRERA., TENIENTE DE GOBERNADOR DE LA VILLA. AÑO DE 1652[47]: “Mando a la Cofradía de Nuestra Señora de la
Soledad 40 reales de vellón, para las varas de su paso, y mando a la cofradía
del Dulcísimo Nombre de Jesús otros 40 reales”.
TESTAMENTO DE
ANA MORENO. AÑO DE 1657[48].
Sepultada en
Santiago. “Y mando a la Cofradía de la
Soledad 50 reales”.
TESTAMENTO DE
FRANCISCO DE TOVAR. AÑO DE 1657[49]:
. Sepultado en
Santiago. “Y mando tres ducados que se
dieron a las dos cofradías en la Iglesia de Santiago de la Villa, la del
Sacramento y de Nuestra Señora de la Soledad, y la cera que dieron para el día
de honras a ducado y medio para cada cofradía”.
TESTAMENTO DE
ANTONIA TOVAR. Vecina de Castilleja de la Cuesta: AÑO DE 1676[50]:
. “Y mando se digan a la Virgen de la Soledad
en su altar de la parroquia de Santiago, veinte misas rezadas por mi alma; y
doce misas en el altar de Nuestra Señora de Guía”.
Interesante es
el documento que me fue facilitado en su día por el historiador Juan Manuel
Corbera Molano, en el que una vecina de la cercana población de Camas realizaba
la siguiente donación:
TESTAMENTO DE
DOÑA FRANCISCA VALLADARES. AÑO DE 1688[51]:
. “Ítem. Mando que luego que fallezca y se
vendan mis bienes, se le den por una vez a los mayordomos de la Cofradía de
Nuestra Señora de la Soledad, sita en la Iglesia Parroquial del Señor Santiago,
cuatrocientos reales de vellón para ayuda de hacer una corona para el día de su
festividad, y dos candeleros que tengo de azofar para el altar de Su Majestad,
y que esta cláusula no la pueda revocar en ningún testamento a dicho que haga
otras muchas porque mi entera voluntad es que la dicha cantidad se dé para
hacer dicha corona, y pido y suplico a la Madre de los Ángeles, María Santísima
de la Soledad, sea por vida de pedirle a su Santísima Hija, me lleve a
descansar a su santo Reino cuando su Santísima voluntad fuese servida por
cuanto así es mi entera voluntad”.
DONACIÓN
EFECTUADA EN EL AÑO DE 1691 POR DOÑA FRANCISCA DE SOTO[52]:
. De este
documento he extractado dos párrafos, el de la donación efectuada por la
interesada y el recibo efectuado por el párroco tras haber recibido dicha
cantidad: “En el nombre de Dios amén,
sepan cuantos esta carta de donación vieren como yo, Francisca de Soto, viuda
de Antón Martín de Acosta, vecina que soy de esta Villa de Castilleja de la
Cuesta, digo que por cuanto yo, y mi marido, teníamos comunicado que teníamos
que hacer un manto de terciopelo liso de color negro a Nuestra Señora de la
Soledad, sita en la Iglesia parroquial Matriz del Señor Santiago de esta Villa,
y otras obras pías a dicha Nuestra Señora, para el día que celebra procesión el
Viernes Santo en la tarde, y asimismo, poner una fiesta de Misa cantada con sus
vísperas, y se dijese y cantase a la dicha Imagen de Nuestra Señora de la
Soledad. La misa cantada, con sus vísperas, se establecerá el día de la
Asunción o en su octava, por su alma y por la de su marido”; y el segundo
de estos[53]:
“En Castilleja de la Cuesta, en 19 de febrero de 16 91,
don José de Luque, cura beneficiado de la Iglesia Parroquial de Santiago, por
cuanto en virtud de la donación que hizo Francisca de Soto, viuda de Antonio de
Acosta a Nuestra Señora de la Soledad, sita en la dicha Iglesia parroquial de
esta Villa, una aranzada y cuarta de viña, para que de su procedido se comprase
un manto de terciopelo negro para la procesión del Viernes Santo, y otras cosas
tocantes a su culto y aderezo de su Capilla”.
Llegados a este
punto, debemos aclarar, que en el transcurrir de los siglos, no solo no
cambiaría su nombre la Imagen Bendita de la Soledad, sino que tampoco varió
nunca su salida procesional, establecida en sus primitivas reglas, cada tarde
de Viernes Santo.
TESTAMENTO DE
DON MARCOS RODRÍGUEZ. De gran interés es también la cláusula que ahora
presentamos al haber sido redactada por un vecino, en esta ocasión de Salteras.
AÑO DE 1693[54]:
. “Ítem. Mando que de mis bienes se compre una
verja para la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad que está en la Iglesia de
Santiago de esta Villa de Castilleja de la Cuesta. Para ello otorgo ciento
cincuenta reales de vellón”.
TESTAMENTO.
CATALINA VÁZQUEZ. AÑO 1696.[55]
. Y mando se digan dos misas rezadas, una en el altar de Nuestra
Seora del Rosario y otra en el del Santo Cristo.
TESTAMENTO
DE CATALINA DE CHAVES. AÑO 1697.[56]
. Y mando se digan en el alar de Nuestra Señora
de la Soledad sita en dicha iglesia dos misas rezadas por mi alma.
. Y mando se digan en la ermita de Nuestra
Señora de Guía dos misas rezadas.
TESTAMENTO
DE JACINTA DE TORRES. AÑO 1697. [57]
. Y mando se
digan en el altar de Nuestra Señora de la soledad, en
dicha iglesia, cuatro misas rezadas y se pagan de limosna de mi voluntad.
TESTAMENTO
DE FÉLIX DE ADORNA. AÑO 1698.[58]
. Y mando se digan por mi alma a Nuestra
Señora de la Soledad en su altar, sita en la iglesia de señor Santiago de la
villa.
TESTAMENTO
DE MARÍA LUISA CABELLO. AÑO 1699[59].
. Y mando se diga en el altar de Nuestra
Señora de la soledad, sita en la iglesia parroquial de Señor Santiago de la
villa una misa rezada y es mi intención se pague de mis bienes.
. Y mando se diga en la ermita de Nuestra
Señora de Guía una misa rezada y se pague de mis bienes.
FUENTES DOCUMENTALES DEL SIGLO XVIII:
TESTAMENTO DE
DON DIEGO CARO. AÑO 1704[60].
“Ítem. Se me digan misas rezadas por mi Ánima
en el altar de Nuestra Señora de la Soledad, sita en dicha iglesia”.
TESTAMENTO DE
JUAN LUIS GARCÍA. AÑO 1709[61].
“Ítem. Mi cuerpo sea sepultado junto al altar
de Nuestra Señora de la Soledad, sita en la iglesia parroquial de Santiago de
esta Villa”.
TESTAMENTO DE JOSÉ DE CABRERA GONZÁLEZ. AÑO 1711[62].
“Encomiendo mi Alma a
Dios Nuestro Señor que la crió y redimió con el precio infinito de su
preciosísima sangre, y puso por mi abogada e intercesora a María Santísima de
la Soledad, mi Madre y Señora para que lo sea ante su preciosísimo Hijo…
Ítem. Mando se
digan ocho misas en la ermita de Nuestra Señora de Guía y se paguen cuatro
reales por cada una de ellas.
. Ítem. Mando se
digan diez misas en el altar de Nuestra Señora de la Soledad”.
TESTAMENTO Y
ÚLTIMA VOLUNTAD DE MARÍA DE CASTRO VIUDA DE JOSÉ CABRERA GONZÁLEZ. AÑO.1712[63].
“. Se digan por mi Ánima en la ermita de Guía
diez misas rezadas a razón de cuatro reales cada una”.
“. Ítem. Mando se digan en el altar de Nuestra
Señora de la Soledad de la iglesia parroquial de Señor Santiago a razón de
cuatro reales cada una”.
TESTAMENTO DE
DON RODRIGO DE VILLALÓN. AÑO DE 1712[64].
“Ítem. Se digan en la ermita de Nuestra
Señora de Guía cuatro misas rezadas a
razón de cuatro reales de vellón cada una y otras cuatro a dicho precio en el
altar de Nuestra Señora de la Soledad, sita en la iglesia parroquial de
Santiago de la Villa”.
MISA CANTADA. AÑO
DE 1719[65].
. “Juana de Pineda, costea una misa cantada a
Nuestra Señora de la Soledad en su Testamento”.
Tal vez, una de
las donaciones más curiosas sea la efectuada por don Cristóbal Martín Toro,
quien en su testamento redactaba la siguiente Cláusula: TESTAMENTO DE CRISTÓBAL
MARTÍN TORO. AÑO DE 1722[66].
. “Y mando como tengo mandado, un potro de un
año a Nuestra Señora de la Soledad que tengo en mis yeguas, para que este se
venda cuando dispusieren los oficiales de la cofradía de Nuestra Señora, y esto
se aplique al vestido que se ha de comprar a Nuestra Señora, así es mi
voluntad: Y mando ayuda para que se haga un guión para cuando sale Su Majestad
a los enfermos, y para las funciones que hiciere la Cofradía del Santísimo de
dicha Iglesia”.
TESTAMENTO DE
MARÍA TOVAR, HIJA DE PEDRO LÓPEZ DE TOVAR Y DE CATALINA DONAIRE. PROTOCOLOS DE
CASTILLEJA DE LA CUESTA. AÑO DE 1722[67].
. “Ítem. Mando a nuestra Señora de la Soledad,
sita en la Iglesia parroquial de Señor Santiago, doscientos reales de vellón
para ayuda del vestido que se genere hacer de gala para Nuestra Señora de la
Soledad. Y que se entreguen luego y sea lo primero que se cumpla, entregándolos
a los mayordomos de la Cofradía para sí, es mi voluntad, por ser hermana de
dicha hermandad”.
TESTAMENTO DE
DON PEDRO MARQUEZ. PROTOCOLOS DE CASTILLEJA DE LA CUESTA. AÑO DE 1740[68].
. “Y mando por una vez, a María Santísima de la
Soledad, sita en la Iglesia de Santiago, treinta reales de vellón, para ayuda a
una saya de terciopelo, y se pague de mis bienes”.
TESTAMENTO DE
MIGUEL MARTÍNEZ. AÑO DE 1767[69].
. “Y mando un manto de terciopelo negro a
Nuestra Señora de la Soledad de Santiago”.
DONACIÓN
EFECTUADA POR DOÑA JOSEFA THOUS DE MONSALVE, MUJER DE DON NICOLÁS DEL CAMPO Y
SALAMANCA. ARCHIVO COLEGIATA DE OLIVARES. AÑO DE 1782[70].
. “En Castilleja de la Cuesta a 4 días del mes
de diciembre de 1782. Yo, doña Josefa Thous de Monsalve, mujer de don Diego
Nicolás del Campo de Salamanca, realizo la donación de un vestido tela blanco y
oro, rostrillo, y puños de encaje de Flandes, a la Imagen de Nuestra Señora de
la Soledad, sita en la Iglesia Parroquial matriz de Santiago de la Villa de
Castilleja de la Cuesta, siendo de mi cargo vestir a dicha Imagen en los días
de Festividades, y en caso de no poder concurrir a este acto podré poner a
quien guste”.
FUENTES DOCUMENTALES DEL SIGLO XIX:
Adentrándonos en
el siglo XIX, la devoción hacia Nuestra Titular, no solo se mantendría, sino
que creció hasta límites insospechados, no solo en nuestra Villa, sino en las
localidades cercanas, tal y como muestran los diversos ofrecimientos efectuados
hacia Ella. Entre estos citamos, por la cantidad de los ofrecidos, tan solo
algunas muestras[71]: “Las alfombras adquiridas con el donativo entregado por los duques de
Montpansier para la capilla de Nuestra Señora de la Soledad”; así como: “Unos zarcillos de Plata con piedras de
Francia de tres pendientes, un aderezo del mismo metal y las mismas piedras,
una guirnalda de esmalte, dos alfileres de “perfumería” con piedras verdes dado
por la señora de Checa”.
“Un broche de perfumería con piedras
encarnadas; un cetro de la mano de plata labrado con una corona; un ramo de
plata de la mano, comprado por varias devotas y donado a la Virgen”.
“Una peluca dada por Trinidad de la Rosa
Oliver, de su propio pelo con su caja para la dicha peluca”.
“Un vestido liso de terciopelo negro con su
manto del mismo color y tela, con su punta de concha de oro de una cuarta de
ancho comprado por varias hermanas de la Hermandad y dada a la Hermandad para
dicha imagen”.
Y así, podríamos
seguir horas y horas, desgranando todos estos bienes entregados como muestra de
cariño, devoción, y por algunos favores concedidos hacia sus devotos.
FUENTES DOCUMENTALES DEL SIGLO XX:
De la misma
manera, ya en el siglo XX, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, ha
mantenido la profunda devoción que desde siglos despertó, y con ello, se
continuaron produciendo nuevas donaciones. Así la señora doña María del Rey,
donaba a la Virgen de la Soledad[72]: “Un manto de raso de seda blanco liso, y una
pelliza de astracán de seda blanca”. Y la señora doña Cristina del Valle: “Un sombrero adornado con flores
contrahechas, un báculo de madera dorada, una diadema de plata de ley y una
peluca larga”.
Evidentemente,
durante todo el siglo XX y en este recién estrenado XXI, la devoción hacia
Nuestra Señora de la Soledad, en muestras de donaciones no han dejado de
producirse, siendo imposible enumerarlas en estos instantes por la infinidad de
las efectuadas. Pero si vamos a destacar evidentemente, las fechas del 2 de abril de 19 44,
en la que Nuestra Señora de la Soledad fue coronada en Solemne Función. En esta
ocasión el recordado orfebre don Fernando Marmolejo fue el encargado de
realizar la corona, costeada por sus hermanos y devotos, siguiendo el diseño de
nuestro hermano don Juan Oliver; y la del 21 de septiembre de 2002 , para cuya
descripción me voy a basar en el comentario vertido por don José Luis Alcántara
Rojas durante dicho evento: “Acto Solemne
y a la vez impregnado de connotaciones entrañadas en las costumbres seculares
españolas, consistente en la entrega a la Señora de uno de los atributos de su
alta jerarquía por parte de un insigne militar, el fajín ganado a pulsos de un
bravo historial en la Milicia, por quién ha alcanzado el grado comparable a un
príncipe dentro de ella. En este caso el fajín del excelentísimo señor don
Fernando Mosquera Silben, Teniente General, Jefe del Mando Aéreo del Estrecho y
2ª Región Aérea”.
Además de todos
los datos que pueden aparecer en los documentos escritos y gráficos, tenemos
los de “tradición oral”, los que el
pueblo lleva y trae, y que son en realidad los de más profundidad, tanto
religiosa como sentimental. Pero, ante todo, y como acto de devoción en
mayúscula, hacia Nuestra Señora de la Soledad y hacia nuestra Hermandad, dejar
constancia del siguiente hecho:
Fue a comienzos de los años cuarenta, época
histórica difícil, pues acababa de finalizar un conflicto bélico en nuestro país
que marcaría del devenir histórico y las relaciones entre los españoles durante
muchos años. La hermandad, no ajena a las circunstancias y en período de
dificultad económica, reorganizaría sus cultos y sus salidas procesionales, y
al igual que en nuestros días se sigue haciendo, algunos de sus hermanos
saldrían a pedir donativos para tal fin.
Afortunadamente en nuestros días, esta
circunstancia no podría ser entendida, pero llegando a la casa de una hermana,
observaron que los niños pequeños de la casa tenían los zapatos tan
deteriorados, que llevaban trozos de cartón cubriendo los agujeros de las
suelas, ya que la precaria economía impedía poder sustituirlos. Los hermanos
que pedían el donativo, ante tal hecho, no se vieron con fuerza moral para pedir
ya que veían que en esa casa había otras necesidades preferentes, y pasaron de
largo. Pero cuál sería su sorpresa, cuando esta hermana, les llamó y les dijo
que quería dar el donativo, porque ella también era de la Plaza, poniendo su
grano de arena, y demostrando como una hermandad llega a ser grande con esos
pequeños granitos de arena que al final siempre hacen un montón.
Con el presente
texto damos a conocer un poco más la Historia de una de las hermandades más
consolidadas de la provincia, la de Santiago de Castilleja de la Cuesta, la de
La Plaza, que como se puede seguir comprobando posee una de las historias más
ricas en cuanto acontecimientos histórico-artísticos del Aljarafe, manteniendo
siempre en su centro religioso y tradicional, una herencia de padres a hijos:
al Patrón Santiago, al Santísimo Cristo de los Remedios, y sobre todo a Nuestra
Madre del Cielo, la Virgen de la Soledad, y a la vez mostraros una pequeña
semblanza de algunos de los vecinos de la localidad que la vio nacer; y afirmar
definitivamente, que en la actualidad, y desde hace muchos siglos, fue, es, y
será imposible hablar de la Historia de Castilleja de la Cuesta sin hacer
mención a la Hermandad de la Soledad y Santo Entierro de Nuestro Cristo de los
Remedios, e igualmente, al edificio que ha sido siempre su casa, el templo
parroquial matriz de Santiago Apóstol.
[1] AHN.; OM.
Uclés, Carpeta. 87, nº 4.
[2] AHPBMF. 34,
Libros de Visitas de la Orden Militar de Santiago, Libro 1.102, Año, 1498.
[3] HERRERA GARCÍA, Antonio, “Traspasos y concentraciones
de unas fincas en Castilleja de la Cuesta (1563-1635)”, en Archivo Hispalense, nº. 179, Sevilla, 1975, pp. 133-154.
[4] GONZÁLEZ DE LEÓN, Félix, Noticias Artísticas de todos
los edificios públicos de esta Muy Noble Ciudad de Sevilla, Sevilla 1844, p. 84.
[5] AHPBMF.
Libros de Visitas de la Orden Militar de Santiago correspondientes a los
citados años.
[6] AHPBMF. 37., “Libros
de Visitas de la Orden Militar…”, Libro 1.108, Año, 1514.
[7] PEINADO
SANTAELLA, Rafael Gerardo, La orden de
Santiago en Andalucía, 1470-1515, Granada, 1979.
[8] AHPMF. 37., “Libros
de Visitas de la Orden Militar de…”, Libro 1.108, Año, 1575.
[9] Ibíd.
[10] AHPBMF. 37.,
Libros de Visitas de la Orden Militar de…”, Libro 1.108, Año, 1509.
[11] PEINADO
SANTAELLA, Rafael, La asistencia a los
pobres en el Señoría Andaluz de la Orden de Santiago a fines de la Edad Media.,
Diputación de Jaén, 1984.
[12] HERRERA
GARCÍA, Antonio, Villanueva del Ariscal.
Historia de mi pueblo, Ayuntamiento de Villanueva, 1995, p. 50.
[13] AHPBM F. 37,
Libros de Visitas de la Orden Militar de…, Libro 1.108, Año 1515.
[14] AHPBMF. 37,
Libros de Visitas de la Orden Militar de…, Libro 1.108, Año 1575.
[15] Ibíd.
[17] AHPS, Sección
de Protocolos de Castilleja..., Legajo 3.010 P-b. (1570-1575), s/f.
[18] AHPS, Sección
de Protocolos de Castilleja…, Legajo 3.134 P-b. (1588-1595), s/f.
[19]HERRERA GARCÍA, Antonio, Villanueva del Ariscal. Historia de mi pueblo.
Ayuntamiento de Villanueva, 1995, p. 68.
[20] AHPS, Sección
de Protocolos de Castilleja..., Legajo 3.093 P-b (1601-1604), s/f.
[21]HERRERA GARCÍA Antonio, El siglo de don Pedro de Guzmán. La Villa de
Olivares y el Condado en el siglo XVI, Ayuntamiento de Olivares, 2003, p.
49.
[22] Ibíd.
[23] Toda la documentación de
esta compra se halla en el Archivo General de Simancas. Mercedes y Privilegios,
Legajo 363, Expediente número 19.
[25] HERRERA GARCÍA, Antonio, “Traspasos y concentraciones
de unas fincas en Castilleja de la Cuesta”, Archivo Hispalense, Tomo LVIII, nº 179, 1975, pp. 133-154.
[27] Ibíd. p. 62.
[28] Ibíd. p. 62.
[29] Ibíd. p. 63.
[31] HERRERA
GARCÍA, Antonio, El Estado de Olivares…,
ob. cit., p. 267.
[32] Archivo General de Andalucía. Documentos sobre
Andalucía en el Archivo de la Casa Ducal de Alba. 16/386-390.
[33] APO, leg.102,
s/f.
[34] NORTE LUQUE, Serafín, “Estancia
y muerte de Hernán Cortés en Castilleja de la Cuesta”, Revista Asociación Rafael Bellido Caro, nº3, Marzo de 2006,
pp.5-9.
[35] Archivo
General de Indias., Sig. ES. 41091. AGI / 16416.214.1. Patronato, 15 R.6.
[36]Ibíd.
[37] PRIETO
GORDILLO, Juan, La Hermandad de la Plaza
de Castilleja de la Cuesta (1370-2000), Sevilla, 1999, p. 111
[38] Ibíd. pp.
115-116.
[39] AHPS, Sección
de Protocolos de Castilleja., Legajo 3.134 P-b (1588-1592), s/f.
[40] Ibíd.
[46] Ibíd. fol.120.
[48] Ibíd.
[50] Ibíd. Legajo 3.294 S/f.
[51] Documento facilitado por
Juan Manuel Corbera Molano. Protocolos de Camas. Legajo. 3.608, s/f.
[52] Archivo de Protocolos de
Castilleja de la Cuesta. Legajo 3.342. s/f.
[53] Ibíd.
[54]Archivo de Protocolos de
Castilleja de la Cuesta. Legajo 3.407. s/f.
[55] Archivo de Protocolos de Castilleja de la
Cuesta. Legajo
23.407. s/f.
[57] Ibíd. s/f.
[58] Ibíd. s/f
[59] Ibíd. s/f.
[61]Ibíd. Legajo 23.129 P-b, s/f.
[62] Ibíd.
[63] Ibíd. Legajo 23.130 P-b.
fol. 14
[64] Ibíd. fol. 43.
[69]Archivo de Nuestra Señora de las Nieves de
la Parroquia de Olivares. Sección Castilleja de la Cuesta. Legajo 110. s/f.
[70] Ibíd. 2.151. s/f.
[71] Archivo Hermandad de
Santiago de Castilleja de la Cuesta. Libro de Inventarios Siglo XIX. S/f.
[72] Ibíd. Libro de Inventarios del
Siglo XX.