ORÍGENES DE LA FESTIVIDAD DE SANTA ROSALÍA EN LA
VILLA DE GINES (20 de noviembre de 1715)
Pocos
son los orígenes religioso-festivos que hasta la fecha han podido ser
documentados en las diversas localidades
que forman la hermosa provincia hispalense a
través de los siglos. Recientemente he localizado unas escrituras
públicas en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, en las que se recoge el
origen de la festividad religiosa de Santa Rosalía de la localidad Aljarafeña
de Gines. Fue el Escribano Real don Juan José del Castillo y de la Barrera,
Gobernador de la Villa durante los últimos años del siglo XVII y los primeros
del XVIII, quién junto con su esposa doña Juana de Vidales Tercero de León,
fundaron una Memoria en la que se determinaba el punto de partida de dicho
evento. Este hecho quedaría redactado bajo poder notarial el día 20 de noviembre de 1715 (1).
Imagen anónima siglo XVIII
En un fragmento de la escritura,
que aparece encabezada con el siguiente epígrafe: “FUNDACIÓN DE MEMORIA DE DON
JOSÉ DEL CASTILLO Y DOÑA JUANA MARÍA VIDALES, SU MUJER, A LA GLORIOSA SANTA
ROSALÍA”, don Juan José del Castillo, y doña
Juana María Antonia Vidales, se cita el origen de dicha festividad tal y como
se demuestra a continuación en el siguiente párrafo: “Desde ahora, y
para siempre jamás, adjudicamos y cedemos, renunciamos y traspasamos a la dicha
Hermandad del Santísimo Sacramento y Santa Vera Cruz, el dicho tributo de
veinticuatro reales y de catorce maravedíes, que nos paga cada año el dicho
Cristóbal Álvarez, sobre las dichas dos aranzadas y media de tierra y viña,
para que lo perciba y cobre, y de él tenga cargo y obligación precisa de hacer
una Misa Cantada, perpetuamente y para siempre jamás, en la dicha nuestra
Capilla, en el dicho día siete de septiembre de cada año, que es en el que
celebra Nuestra Santa Madre Iglesia, la Fiesta de la Gloriosa Virgen Señora
Santa Rosalía, y al fin de la Misa, que ha de ser del rezo de la Santa, se ha
de decir un responso cantado con doble, y a la víspera de la Santa, en dando la
oración y el día antes de tocar a la Misa, ha de haber un repique de las
campanas; y por la limosna de la Misa y responso se han de dar al señor Cura
Servidor del beneficio de esta Villa, ocho reales de vellón, y al sochantre,
por el repique doble y asistir a oficiar la Misa, seis reales de vellón; y los
diez reales y catorce maravedíes restantes, ha de tomar para sí, la Cofradía
para ayuda a su gasto de cera, sin más obligación que la referida de encender
cuatro velas en el Altar mientras se dijese la Misa” (2).
Sin
embargo, debemos remontarnos siete años atrás, más concretamente en 1708, que
es cuando aparezca por vez primera la vinculación entre los nombres de Gines,
Juan José del Castillo y el de Santa Rosalía de Palermo. Este hecho, recogido
en otra fuente documental, también ha sido localizado en el mencionado archivo.
En esta ocasión se trata de una de las cláusulas testamentarias perteneciente
al señor del Castillo en la que se cita lo siguiente: “Y por la presente, es mi voluntad, porque sea Dios más servido y su
Santo y Divino culto, ensalzando ofrendas y sacrificios e instituir y fundar
una memoria perpetua de una Misa cantada
que se haya decir y diga desde el día de mi fallecimiento en adelante
perpetuamente para siempre jamás en la Iglesia parroquial de la Villa de Gines,
señaladamente en el día siete de septiembre de cada un año, por la cual, y por
la cera, vino, hostias y ornamentos, se haya de dar y de doce reales de vellón,
los cuales se ha de entender y entienda, la limosna de dicha misa, ocho reales,
y los cuatro restantes para dos velas de a cuarta, que arden en el lienzo de
dicha Santa que tengo dada a la dicha Iglesia, los que los dicho doce reales en
cada un año, desde luego para cuando llegue el caso de mi fallecimiento, doy y
adjudico, la propiedad de dos aranzadas de viñas majuelo, en un cercado que
tengo en la dicha Villa, linde con las tapias de la arboleda de mi heredad, y
callejones que van al prado, en que así hago la dicha adjudicación de Memoria
perpetua” (3).
Hasta
la fecha, la única imagen titular que conocíamos de Santa Rosalía en Gines es
la ubicada en el centro del altar principal de su ermita, que fue tallada a
finales del primer tercio del siglo XVIII. Sin embargo, tal y como queda
demostrado en uno de los párrafos de la anterior escritura, se tiene constancia de que existió un lienzo en el que aparecía
representada la Santa: “el lienzo de dicha
Santa que tengo dada a la dicha Iglesia”, e igualmente,
en otro de la Memoria Fundacional, “una Imagen
pintada en un lienzo, en nuestra Capilla del Santísimo Cristo de la Vera Cruz
en la Iglesia Parroquial de esta Villa”. Tras rastrear
las pinturas existentes en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Belén,
pude localizar en la zona alta del coro una obra de comienzos del dieciocho en el que se representa
una religiosa, coronada por un áurea dorado, con un crucifijo en una de sus
manos y una rama de palma en la otra; esta pintura ha sido citada en algunos
inventarios como “Santa Rosa de Lima” ó
como “Santa Rita de Casia”, al no coincidir con los elementos clásicos
importados desde tierras italianas desde finales del siglo XVII, que más tarde
se modificarían durante el primer tercio de la centuria siguiente: una túnica
vetusta, la corona de rosas, un cráneo humano en una de sus manos y un flagelo
en la otra.
Sin
embargo, existe otra tipología tal vez menos conocida, con la que ha sido
representada la Gloriosa Santa Rosalía, empleada ésta con el claro objetivo de
diferenciarla de la iconografía que desde años atrás se venía utilizando en las
representaciones de Santa María Magdalena. Entre estas podemos incluir, la
pintura de existente en el templo parroquial de Gines, la escultura existente
en una hornacina del muro del Evangelio en el Convento hispalense de Santa
Rosalía, y otra “imagen de vestir”
que se encuentra en la nave de la Epístola de la Iglesia Parroquial de la
Magdalena de Sevilla. Esta última Imagen fue donada por el señor del Castillo a
la Hermandad del Santísimo Sacramento de dicha parroquia para: “…
que es la que va en las procesiones, y teníamos por nuestro consuelo en las
casas de nuestra morada, y para que tuviese más culto hicimos la que está en
dicho tabernáculo, y el dicho mi marido me dejó encargado como le hago suplicar
como suplico a dicha hermandad que hasta que yo fallezca permita se conserve en
mi poder la referida Imagen, y luego que suceda mi fallecimiento la haga recoger
y la que está en él la coloque en su sala capitular, en el sitio que le
pareciere…” (4).
En todas ellas los elementos comunes por los que se identifican a la Santa de
Palermo son, la corona de rosas sobre las sienes, un hábito religioso, un
crucifijo en una de sus manos y un ramo de flores o una palma en la otra. Para
concluir, y tras el estudio tanto de las mencionadas fuentes documentales como
de los hallazgos iconográficos, es por lo que podemos afirmar que la mencionada
pintura corresponde a Santa Rosalía, pintura ejecutada, tal y como he afirmado
a comienzos del dieciocho.
Detalle de Santa Rosalía. Siglo XVIII.
La
devoción a la Señora Santa Rosalía de Palermo del Escribano Real don Juan José
del Castillo, quién a demás de ostentar el título de Gobernador de la Villa
llegaría a poseer los de “secretario
del Rey Nuestro Señor, y Contador por S. M., de la Real Artillería de la ciudad
de Sevilla, Flotas y Armadas de Indias, Alcalde de la hermandad del Estado de
Caballeros, Hidalgo de la Villa de Espartinas, Señor del Cabildo y Regimiento
de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla”,
y la de su esposa doña Juana María de Vidales, con la que contrajo matrimonio
por poderes el día veinte y siete de enero de mil setecientos y diez, les llevó
a patrocinar la construcción de la Ermita para la Santa existente en la
localidad. Este hecho quedó reflejado en otra de las cláusulas del testamento
del señor Castillo, que fue redactado por su esposa a petición del principal
tras la realización de un “Poder”
otorgado para dicho fin (5):
“Ytt, declaro que el dicho Don Juan José del
Castillo, mi marido, me dejó encargado manifestase como yo en su nombre lo
hago, que en la dicha Villa de Gines, a la entrada de ella, labró a su cota una
Ermita, a la Gloriosa Virgen Señora santa Rosalía, de tres naves, con sus tres
altares, y sus retablos y ornamentos, casa del ermitaño y todos sus menesteres
y que pertenece a la dicha ermita todo el sito que está delante de ella, hasta
la Santísima Cruz, que es donde estaba antes, puesto el rollo de dicha villa,
de cuyo sitio y del en que esta parte de la ermita le hizo merced el
Excelentísimo Señor Conde de Fontanal, dueño y señor solariego de la Villa,
haciendo como se hizo a su costa, el dicho rollo a la otra parte del lugar en
la parte donde hoy está y el demás sitio de que se compone la dicha ermita y
casa del ermitaño, todo lo dio Ana Suárez, vecina de la Villa, y viuda de Pedro
Alonso de Palomar, la que con la mayor devoción y deseo que se hizo la ermita,
está viviendo en ella, y porque el deseo del dicho mi marido fue se mantenga
siempre con la mayor decencia, pues por la comodidad de la casa, y juntamente
por la devoción a la Santa la desean
vivir muchas personas, y para que la que hay de vivirla y cuidarla por fin de los días de la vida de la dicha señora Ana
Suárez y de la mía sea la más a propósito y conveniente, fue su voluntad
suplicar como yo en su nombre suplico al Excelentísimo Señor Arzobispo que al
presente es, y por tiempo fuere de la
ciudad de Sevilla, se sirva nombrar persona que cuide de la dicha ermita, y
viva esta casa, pues aunque contempló ser embarazoso a las muchas ocurrencias
de su gran dignidad esta Gloriosa Santa se lo premiará con su protección como
lo hace con sus devotos”.
Efectivamente,
las obras en la ermita de Santa Rosalía, diseñadas muy posiblemente por el
maestro mayor Diego Antonio Díaz en 1722, y finalizadas un año más tarde, fueron
costeadas en su totalidad por la fortuna
de su Señoría y de la de su señora esposa. La realización de esta construcción,
además de estar recogida en la citada fuente documental, aparece labrada
también en la lápida que existe en uno de los muros del recinto religioso y
cuyo contenido es el que sigue: REINANDO EN
ESPAÑA EL M.C.I.P. REI D. PHELIPE V. SIENDO ARZPO. DE SEVILLA EL EXCMO. SR. D.
LUÍS DE SALCEDO Y AZCONA, I DUEÑO Y DEÑOR DE ESTA VILLA. EL SEÑOR CONDE DE
FONTANAR, HICIERON ESTA IGLESIA Y CASA A SU COSTA A LA GLORIOSA ANACORETA SR.
SANTA ROSALÍA, D. JUAN JOSEPH DEL CASTILLO, SECRETARIO DE SU MGTAD. I Dª JUANA
Mª. JUANA ANTONIA DE VIDALES SU MUGER. AÑO DE 1723. Como agradecimiento a este hecho,
el señor arzobispo don Luis de Salcedo y Azcona le concede “poder de enterramiento”, cuestión
que nunca se llevó a cabo, en la capilla parroquial del Cristo de Vera Cruz,
propiedad de la familia del Castillo tal y como hemos comprobado con
anterioridad. Como complemento a esta última información, añadir únicamente que
don Juan José del Castillo fue hermano de la Hermandad del Santísimo Sacramento
y la Santa Vera Cruz de la localidad.
Ermita de Santa Rosalía. Gines. Sevilla. Autor: Diego Antonio Díaz
(1722-23)
Espadaña de la ermita de Santa Rosalía. Gines. Sevilla.
Autor: Diego Antonio Díaz
(1722-23)
Numerosas
fueron las muestras devocionales que tanto don Juan José del Castillo como su
esposa, profesaron a la Santa a lo largo de sus vidas, influenciados sin lugar
a dudas por el señor Arzobispo don Jaime
de Palafox, quién ejerció como tal en la ciudad de Palermo durante los años
1677 a 1684, y a quién se le atribuye la importación de esta devoción a tierras
hispanas. Este hecho vino propiciado tras compartir el señor del Castillo con
la Dignidad Eclesiástica algunos años de estancia en el país italiano, donde
ejerció como su tesorero y secretario personal. De hecho, y siguiendo cierta
cronología, muestro a continuación algunos hechos que corroboran esta
afirmación.
Así,
el matrimonio que nunca tuvo hijos, se vería sorprendido una mañana del mes de
septiembre de 1719 con la presencia de un niño recién nacido, que fue
depositado en los umbrales de su morada, a quién tras ser adoptado le
impusieron por nombre en el bautismo “José
de Santa Rosalía” (6).
Algunos años después, se producía la ya comentada donación a la Hermandad del
Santísimo Sacramento de la parroquia hispalense de La Magdalena, collación en
la que residieron durante algunos años, una Imagen de talla de la Señora Santa
Rosalía para que procesionase por las calles de la misma (7).
También, y en esta ocasión para la parroquia de la Villa de Lora del Río,
localidad en la que residieron algunos miembros familiares, dejó dotadas otras
dos misas cantadas, la una a Señor San José y la otra a la Señora Santa
Rosalía, “en sus días y otros sufragios,
para cuyo efecto envió dos láminas con las Imágenes de este Santo Patriarca y
Santa a la Hermandad del Santísimo Sacramento de dicha Villa, a cuyo cargo
están las dichas dotaciones, y las tiene colocadas en el altar mayor de ella, y
hasta ahora la ha cumplido…”(8).
Dos
nuevas reseñas son mostradas a continuación; la primera de estas pertenece a
una escritura de liberación de un esclavo que poseía la familia del Castillo,
cuyo nombre fue Juan José Miguel Rosalía; y la otra de un inventario de bienes
en el que se recogieron las siguientes piezas: “otra
joya de diamantes con una reliquia de Santa
Rosalía en medio; otra joya de esmeraldas y rubíes; otra más pequeña que
tiene un san Pío Quinto y alrededor diamantes; dos cadenas de oro gordas a
hechura de China; otra más menuda de eslaboncitos también de oro; y otra más
gorda de la misma hechura en que está la reliquia de Santa Rosalía y un Lignum
Crucis” (9). Juan
José del Castillo y de la Barrera fallecía en Sevilla el día 18 de enero de
1732 siendo enterrado dos días después en la Iglesia parroquial de Señor
Santiago el Viejo de esta ciudad. Dio poder para testar a su esposa ante el escribano
público don Agustín Guerrero. Los costos de dicho entierro ascendieron a
cincuenta y un reales de vellón (10).
Para
finalizar la presente publicación, se expone literalmente la escritura original
en la que se cita el origen de la Memoria que da origen a la festividad
dedicada a la Santa Anacoreta la Señora Santa Rosalía en la localidad de Gines:
FUNDACIÓN
DE MEMORIA DE DON JOSÉ DEL CASTILLO Y DOÑA JUANA MARÍA VIDALES, SU MUJER, A LA
GLORIOSA SANTA ROSALÍA (11).
“Sépase
como nos, don Juan José del Castillo, secretario del Rey Nuestro Señor, y
Contador por S. M., de la Real Artillería de la ciudad de Sevilla, Flotas y
Armadas de Indias, Alcalde de la hermandad del Estado de Caballeros, Hidalgo de
la Villa de Espartinas, Señor del Cabildo y Regimiento de la Muy Noble y Muy
Leal ciudad de Sevilla, y vecino de esta, en la collación de Santa María
Magdalena, y de esta Villa; y doña Juana María Antonia Vidales Tercero de León,
su legítima mujer, en presencia y con Licencia que para hacer y otorgar en contenido
en esta escritura, pido y demando a dicho mi marido; e Yo, el dicho don Juan
José del Castillo se la doy y concedo, según y para el efecto que me es pedida…; Decimos que por
cuanto tenemos por bienes mutuos propios un tributo de veinte y cuatro reales y
catorce maravedíes en cada año a redimir y quitar, que nos paga Cristóbal
Álvarez, vecino de esta Villa, sobre dos aranzadas y media de tierra, que está
puesta de viña la mayor parte, y están en término de esta Villa, al Pago de los
Linares; linda por todas partes con tierras nuestras propias, las cuales, con
las del dicho tributo, fueron bienes de don Luis de Lesana y Escudero, vecino
de dicha ciudad y heredado de la esta Villa, el cual las permutó por otras que
eran de Bartolomé Sánchez, vecino que fue de esta Villa, que llaman la haza de
la Cofradía, y lindan con la Hacienda que fue del dicho don Luis de Lesana, y
viñas nuestras al Callejón del Prado y del Granadillo; y el dicho Bartolomé
Sánchez, vendió las tierras y tributos que sobre ellas se pagaban a don Andrés
Martínez Caballero, Caballero que fue de la Orden de Calatrava, y Tesorero de
la Real Casa de la Moneda de dicha ciudad; y por su muerte, don Fernando de
Bilbao, Veinticuatro de la ciudad de Sevilla y Tesorero de la misma Real Casa,
como su albacea me vendió en cierto precio, por escritura ante don Pedro García
Beltrán, Escribano Público de la ciudad de Sevilla, por cuyos títulos quedamos
dueños del dicho tributo; y como tal, el dicho presente Escribano, por
escritura en quince de noviembre de mil setecientos doce, y teniendo como
tenemos suma devoción y veneración a la Gloriosa Virgen Santa Rosalía, de quién
tenemos una Imagen pintada en un lienzo,
en nuestra Capilla del Santísimo Cristo de la Vera Cruz en la Iglesia
Parroquial de esta Villa, e igual devoción y satisfacción de la Hermandad del
Santísimo Sacramento y Santa Vera Cruz de esta Villa, sita en la misma iglesia,
de donde Yo, el dicho Juan José, soy hermano. Desde ahora, y para siempre jamás, adjudicamos y
cedemos, renunciamos y traspasamos a la dicha Hermandad del Santísimo
Sacramento y Santa Vera Cruz, el dicho tributo de veinticuatro reales y de
catorce maravedíes, que nos paga cada año el dicho Cristóbal Álvarez, sobre las
dichas dos aranzadas y media de tierra y viña, para que lo perciba y cobre, y
de él tenga cargo y obligación precisa de hacer una Misa Cantada, perpetuamente
y para siempre jamás, en la dicha nuestra Capilla, en el dicho día siete de
septiembre de cada año, que es en el que celebra Nuestra Santa Madre Iglesia,
la Fiesta de la Gloriosa Virgen Señora Santa Rosalía, y al fin de la Misa, que
ha de ser del rezo de la Santa, se ha de decir un responso cantado con doble, y
a la víspera de la Santa, en dando la oración y el día antes de tocar a la
Misa, ha de haber un repique de las campanas; y por la limosna de la Misa y
responso se han de dar al señor Cura Servidor del beneficio de esta Villa, ocho
reales de vellón, y al sochantre, por el repique doble y asistir a oficiar la
Misa, seis reales de vellón; y los diez reales y catorce maravedíes restantes,
ha de tomar para sí, la Cofradía para ayuda a su gasto de cera, sin más
obligación que la referida de encender cuatro velas en el Altar mientras se
dijese la Misa. Y en el caso que el dicho Cristóbal Álvarez, o los sucesores en
las dichas viñas quisieran redimir dicho tributo, su principal ha de depositar
en las Arcas donde la dicha Cofradía recoge sus limosnas, y allí ha de estar
depositado hasta tanto haya de volverlo a imponer, cuya imposición ha de hacer
la dicha Cofradía en fincas seguras, quedando con obligación de hacer cumplir
perpetuamente esta Memoria, y no de otra forma…; fecha la Carta en la Villa de
Gines en Veinte días del mes de noviembre de Mil Setecientos e Quince años; y
los otorgantes a quién Yo, el Escribano Público doy fe conozco, lo firmaron de
sus nombres en este Registro, siendo testigos: Juan de Herrera Infante,
Bartolomé Delgado y José Fernández, vecinos de esta Villa”.
(Artículo publicado en el
BOLETÍN Nº 9. EL ROSARIO, Gines, Septiembre, 2008)
NOTAS.
1). A.H.P.S, Sección de Protocolos, legajo 1.934 P-b,
fol. 78-79.
2). Idem.
3). A.H.P.S, Sección de Protocolos, legajo 7.093, fol.
196-199.
4).
Legajo 2.306 P-b, fol. 63.
5). A.H.P.S,
Sección de Protocolos, legajo 1.934 P-b, fol. 78-79.
6).
A.H.P.S, Sección de Protocolos, legajo
2.298. P-b. Año 1737, fol. 15-35
7). A.H.P.S,
Sección de Protocolos, legajo 2.306 P-b, fol.
60 -73.
8). Idem.
9). A.H.P.S; Sección de Protocolos, legajo 2.306 P-b,
fol. 60 -73.
10).
Archivo Parroquial de San Ildefonso. Legajo número 3
de Santiago el Viejo. Registros, fol. 72
PARTIDA DE
DEFUNCIÓN. Juan José del Castillo. En Veinte días del mes de enero de mil
setecientos treinta y dos años se enterró en esta Iglesia Parroquial de Señor
Santiago de esta ciudad, el cuerpo difunto de Don Juan José del Castillo,
Secretario de S. M. y del Cabildo de esta ciudad. Dio poder para testar a Doña
María Vidales, su mujer, ante Agustín Guerrero, Escribano Público.
Esquila 25 /
Señal 02 / Capa 10 /
Cruz 04 / Entrada
04: 45 / Ciriales 06: 51
11). A.H.P.S, Sección de Protocolos, legajo 1.934 P-b,
fol. 78-79.
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