Sobre la reorganización
y el esplendor de la hermandad de la Conversión del Buen Ladrón y Nuestra
Señora de Monserrat a mediados del siglo XIX. La incorporación de la imagen de
María Magdalena.
Juan Prieto Gordillo
Historiador y Archivero
de la Hermandad Sacramental
de Santiago Apóstol
de Castilleja de la Cuesta
Tras la decadencia a la
que se vería sometida la hermandad de la Conversión del Buen ladrón y Nuestra
Señora de Monserrat, desde mediados del siglo XVIII, casi un siglo después, a
mediados del XIX, y más concretamente durante la Semana Santa de 1849, será cuando
varios jóvenes devotos, considerando que la Hermandad no estaba canónicamente
extinguida, se propusieron su recuperación.
Según testimonia
Bermejo, el Capellán D. Luis Salvatella recurrió al Prelado, pidiendo su
autorización para la recepción de hermanos; una vez obtenida, el día 13 de mayo
del mismo año, se celebraron seguidamente "elecciones de oficios", quedando reorganizada la Corporación.
El gran obstáculo a la reorganización, providencialmente salvado, fue la
oposición del gremio de mercaderes de lienzos, que pleiteó con la Hermandad por
la propiedad de la capilla y las imágenes, ante la Jurisdicción Civil. El
pleito fue ganado por la Hermandad en 1850, el mismo año en que se aprueban las
nuevas Reglas concretamente el 22 de marzo.[1]
Los hermanos
reorganizadores supieron sin duda situar en el lugar adecuado a la renacida
Hermandad en un brevísimo intervalo de tiempo, valiéndose para ello del apoyo
de la burguesía local que arropaba a la pequeña Corte de los Montpensier. Ese
patrocinio fue fundamental: el día 7 de marzo de 1851, y en el Palacio de San
Telmo, fueron nombrados Hermanos Mayores Perpetuos los Serenísimos Señores D.
Antonio María de Orleáns y Doña Luisa Fernanda de Borbón Duques de Montpensier.
Asimismo, el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Judas Tadeo Romo acepta su
nombramiento como protector de la Cofradía. Con posterioridad, el 4 de
diciembre de 1853, en el Palacio de San Telmo, fue designada S.M. la Reina María
Amelia, madre del Duque de Montpensier, Protectora de la Cofradía y Camarera de
la Santísima Virgen.[2]
En la tarde del Viernes
Santo de 1851 volvió a efectuar Estación de Penitencia a la Santa Iglesia
Catedral, con 150 hermanos, cifra muy elevada para la época, alcanzando gran
esplendor. Los Duques de Montpensier se incorporaron a la comitiva en la Plaza
de San Francisco. Los nazarenos vistieron túnicas blancas de cola y antifaz
azul de merino. Estrenó ambos pasos.[3]
Un
nuevo dato que vendría a completar este periodo histórico de tan ilustre
Corporación, será la entrega de una solicitud al párroco de la parroquia de la
Magdalena, fechada el día el día 19 de octubre de 1850, para que se les hiciese
entrega a la hermandad de Monserrat de una imagen de la Magdalena, que se
hallaba depositada en la sacristía de la parroquia, para acompañar al Santísimo
Cristo de la Conversión durante la Semana Santa cada tarde de viernes santo por
las calles de la ciudad; este hecho, que se produjo sin dilación alguna, propició
que la talla de María Magdalena formara parte desde entonces y hasta nuestros
días, del legado artístico de la referida hermandad.
Este
hecho queda acreditado con la localización de un expediente localizado en el
Archivo del Arzobispado Hispalense, en la Sección de Asuntos Despachados,
legajo 250, en el que se recoge la siguiente documentación:[4]
“Hermandad de Monserrat.
En la parroquia de la Magdalena
existe una efigie con dicho título, a la que no se le rinde culto alguno por
hallarse colocada en un hueco de escaparate en la Sacristía, en virtud de esto,
y teniendo necesidad la hermandad de una efigie para la estación de Semana
Santa, se le entrega a la Hermandad la efigie. En Sevilla en 19 de octubre de
1850 años”.
La
imagen de María Magdalena, atribuida a Pedro Roldán de finales del siglo XVII,
pudo ser retocada durante el año de 1851 por Gabriel de Astorga, pues ese mismo
año, y para la misma hermandad, restauró y reencarnó la imagen del Santo Cristo
de la Conversión. Finalmente, el pasado año 2016, fue restaurada por la
restauradora Rocío Sáenz Millán.
El
motivo principal de la intervención era una gran fisura en el contorno de la
mascarilla, originada por el movimiento contrastado entre las piezas que
configuran la cabeza, llegándose a desprender parte de la policromía. Se
restañó dicha grieta, y se eliminaron los repintes que habían provocado en sus
mejillas, además, se le intervinieron las manos, las cuales presentaban
numerosas roturas y desgastes, provocados sobre todo por la fricción del cáliz
que lleva cuando va en el paso. Se le arregló el candelero y se le hicieron
nuevas ropas interiores.
Desde
hace tiempo, realizo la biografía de un Escribano Público Real llamado D. Juan
José del Castillo; entre sus títulos, además de Gobernador de la villa de Gines
y devoto de Santa Rosalía, poseería los siguientes, secretario del Rey Nuestro Señor,
y Contador por S. M., de la Real Artillería de la ciudad de Sevilla, Flotas y
Armadas de Indias, Alcalde de la hermandad del Estado de Caballeros, Hidalgo de
la Villa de Espartinas, Señor del Cabildo y Regimiento de la Muy Noble y Muy
Leal ciudad de Sevilla”. Residente durante varios años en la collación de la Magdalena,
realizaría una donación en el año 1720 a la hermandad del Santísimo Sacramento
de la parroquia hispalense de la Magdalena, de una imagen de talla de la Señora
Santa Rosalía, para que procesionase por las calles de la misma[5]; bien es sabido que muchos de los bienes que poseyó la
mencionada parroquia antes de su desaparición final en 1842, entre los que se
encontraría la talla de la Santa de Palermo, fueron trasladados definitivamente al Real Convento
de San Pablo tras la desamortización de Mendizábal. ¿Podría tratarse de la misma
talla, transformada en María Magdalena? En la actualidad es una hipótesis sobre
la que sigo trabajando y que me gustaría resolver en un breve espacio de
tiempo.
También el señor del Castillo, y
en esta ocasión para la parroquia de la villa de Lora del Río, localidad en la
que residieron algunos miembros familiares, dejó dotadas otras dos misas
cantadas, una al Señor San José y la otra a la Señora Santa Rosalía, “en sus días y otros sufragios, para cuyo
efecto envió dos láminas con las Imágenes de este Santo Patriarca y Santa a la
Hermandad del Santísimo Sacramento de dicha Villa, a cuyo cargo están las
dichas dotaciones, y las tiene colocadas en el altar mayor de ella, y hasta
ahora la ha cumplido…”[6].
Juan José del Castillo ingresó como hermano en varias hermandades de
la capital hispalense, perteneciendo en algunas de ellas a sus Juntas de
Gobierno, tal y como sucedió con la del Santísimo Cristo del Mayor Dolor y
Dulce Nombre de María, que por aquellos años residía en la plazuela de la
iglesia parroquial de Santa María Magdalena, en la que ejerció como mayordomo
en el año 1709 por fallecimiento de su antecesor el señor Juan Zambrano,
nombrando también como nuevo capellán a Diego Gutiérrez. A la hermandad del
Santísimo Rosario, sita en el convento de San Pablo de dicha ciudad; e
igualmente de la hermandad del Santísimo Cristo de la Bofetada, sita en la
capilla de las Niñas Huérfanas, también frente a la Parroquia de la Magdalena.
También en Gines fue miembro destacado de la corporación Sacramental y Santa
Vera Cruz.
Para
completar el presente artículo, y junto a la referida información localizada en
las dependencias arzobispales hispalenses, aparece otra que hace mención, en
esta ocasión, a la hermandad del Santo Entierro de la misma ciudad. Se trata de
otra petición efectuada nuevamente por la hermandad de Monserrat para que se
les entregasen algunos bienes que formaban parte de la capilla ubicada en el
Compás del extinguido convento, donde estuvo residiendo la corporación del
Cristo Yacente y Nuestra Señora de Villaviciosa durante la década de 1840-50:
“Hermandad de Monserrat.
Petición de la hermandad de Monserrat
para que les sean entregados la Pila y el Púlpito que se encuentran en la
Capilla donde residió la Hermandad del Santo Entierro ante el desalojo de la
misma.”[7]
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