domingo, 31 de diciembre de 2017

UNA REVISIÓN SOBRE LAS LABORES DE TALLA REALIZADAS POR EL MAESTRO ESCULTOR MANUEL GARCÍA DE SANTIAGO PARA LA VILLA DE OLIVARES (Sevilla). LA REALIZACIÓN DE UNA PARIHUELA PARA LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD Y NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE OLIVARES. SOBRE RETABLOS PARA LA COLEGIAL.
Juan Prieto Gordillo
Universidad de Huelva


Tal y como aparece recogido en la página web de la hermandad, a mediados del siglo XVIII, la Corporación  de Nuestro Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad, creada en el año 1712 en la villa hispalense de Olivares, realizaría un encargo al maestro escultor Manuel García de Santiago, durante el año 1756, para la realización de una parihuela con su urna (canastilla) de dos tercias de altura y el paso de dos varas de ancho y tres y media de largo; la talla de un cirineo pintado y oro, estofado, todo ello en madera según el diseño que se comprometía a hacer[1].

























Con anterioridad, en 1752, el mencionado escultor realizaría un retablo para la capilla del Sagrario de la iglesia colegial de Olivares[2], que fue costeado por el matrimonio formado por señor José de Ortega y su esposa doña Rosa Román, tal y como aparece recogido en una de las cláusulas del testamento conjunto que realizaron[3]:

“Doña Rosa Román, mujer de Don José Ortega Clemente…
Ítem. Declaro que yo y el dicho mi marido tenemos ajustado y contratado hacer un retablo para el Sagrario y Capilla de la Iglesia Colegial de esta Villa (Olivares) que ya se está haciendo, y dado al maestro a cuenta dos mil reales de vellón; y es mi voluntad se cumpla esta obra. Y en caso que de mi muerte y la de mi marido no se haya dorado…si después de la vida de uno y otro quedare caudal suficiente se execute”.

Según documentación aportada por el historiador Álvaro Pastor, fue concertado el día 12 de mayo de 1752 por el artífice y el mayordomo de la Colegiata, Juan Ferrera, en precio de siete mil doscientos reales.

Dos años después, tras el fallecimiento de la referida doña Rosa, su esposo volvería a realizar un nuevo testamento, en el que nuevamente se volvería a hacer mención a la máquina retablística, apareciendo en esta ocasión, igualmente en una cláusula testamentaria, una cantidad económica para proceder al dorado del mismo, cuya cantidad alcanzaría la suma de cuatro mil cuatrocientos reales de vellón[4].

Años después, en 1755, se realizaba un nuevo contrato, en esta ocasión entre el citado escultor y la hermandad de Nuestra Señora del Rosario, por el que se obligaba a tallar un retablo, por un total de cuatro mil quinientos reales, para una de las capillas de la colegial de la villa de Olivares, en esta ocasión para la titular de dicha Corporación, Nuestra Señora del Rosario[5].





[1] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1756, fol. 3.
[2] AMORES MARTÍNEZ, Francisco. LA COLEGIATA DE OLIVARES. Arte Hispalense, N.º 72, Sevilla, 2001.
[3] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1752, fol. 99.
[4] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1754, fol. 11-v.
[5] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1755, fol. 83.

domingo, 17 de diciembre de 2017

LAS “JORNADITAS” DE CASTILLEJA DE LA CUESTA CELEBRADAS POR LA HERMANDAD SACRAMENTAL DE SANTIAGO APÓSTOL EN LA IGLESIA PARROQUIAL MATRIZ DE SANTIAGO EL MAYOR.

Juan Prieto Gordillo
Historiador de la Hermandad
Sacramental de Santiago

 Durante los días que van desde el 16 al 24 de diciembre en el Altar Mayor de la parroquia matriz de Santiago el Mayor de Castilleja de la Cuesta, se representan los pasajes más importantes de un hecho real de la vida de la Virgen María: su viaje desde Nazaret a Belén para el nacimiento de su Hijo, las llamadas "Jornaditas".


Para ello, cada día,  la virgen de la Soledad titular de su Corporación, aparece acompañada de San José en una etapa de este  viaje, motivo por el que se cambia la escena y la  indumentaria de la Virgen a diario, y así  aparece caminando junto a San José al lado de una mula, sentada sobre el animal, descansando vestida de pastora, sentada junto a una fogata, junto a  un pozo, llamando a una posada, para culminar la noche del 25 en el portal de Belén junto a su Hijo Jesús recién nacido. Con posterioridad, el día 1 de enero se realiza una Solemne Función religiosa por las naves del templo santiaguista con el Niño Jesús. Los actos culminan con la festividad de la Epifanía, el 6 de enero, con la Adoración de los Magos de Oriente al Niño presentado en los brazos de su Madre, escena donde aparecen tres imágenes decimonónicas pertenecientes a la Hermandad.





























Cabe destacar la noche del 24, cuando la ceremonia se reviste de una mayor solemnidad. A la escena del altar mayor se le añade un elemento nuevo que viene a subrayar más aún su carácter teatral: las cortinas que cubren todo el conjunto escénico, y que son desplegadas una vez comenzada la Misa del Gallo, con el canto del Gloria, anunciando el nacimiento del Señor.


RESEÑA HISTÓRICA:

De todos es conocida la leyenda de la creación de los Belenes por San Francisco de Asís en el siglo XIII. Se puede afirmar que este acto, importado dos siglos después a nuestra localidad por los padres franciscanos procedentes de las localidades vecinas de San Juan de Aznalfarache y de Olivares, e influenciado posteriormente por algunas celebraciones de las colonias americanas, dio origen a las Jornaditas de Castilleja de la Cuesta.

Se puede hablar de varias etapas en la celebración de las denominadas JORNADITAS realizadas por la hermandad Sacramental de Santiago en la actualidad: una primera que se iniciaría a finales del siglo XV, tras la fundación de la hermandad de la Santa Vera-Cruz en el hospital del Corpus Cristi y su posterior traslado, un siglo después al templo santiaguista de la localidad; periodo en el tan solo se colocarían las figuras del Nacimiento junto al altar mayor. Este hecho quedaría recogido ya en uno de los capítulos correspondientes a sus reglas fundacionales, más concretamente en el de las festividades religiosas, en las que dicho acontecimiento aparecía citado de la siguiente forma: "Y también es de obligación de dicha cofradía decir una misa cantada el día de la Navidad con sus correspondientes actos...".

Una segunda etapa, iniciada durante el primer tercio del siglo XVII, tras la llegada por segunda vez a Castilleja de la Cuesta, en esta ocasión, de los padres franciscanos de la orden de San Diego, procedentes de la villa de Olivares en 1634, quienes levantarían un nuevo recinto religioso, el convento de Nuestra Señora de O, que se convertiría en uno de los centros de preparación (seminario) para evangelizar a las colonias americanas.

Fue a raíz de entonces, tras el regreso de algunos padres misioneros a Castilleja, cuando se comiencen a representar las Jornaditas tal y como la conocemos en la actualidad. Para ello tomaron como referencia las celebraciones navideñas que se realizaban en México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, fiestas populares llamadas Posadas, durante los nueve días antes de la Navidad, es decir, del 16 al 24 de diciembre, en las que se recuerda el peregrinaje de María y José desde su salida de Nazaret hasta Belén, donde buscan un lugar para alojarse y esperar el nacimiento del Niño Jesús, con motivo del edicto del Emperador Romano Cesar Augusto, por el que obligaba a cada familia a empadronarse en su ciudad de origen.

Desde entonces, este acontecimiento se realizaría también en la parroquia matriz de Santiago de Castilleja de la Cuesta, viéndose incrementados sus actos y cultos por algunos miembros de esta orden religiosa quienes fueron los encargados de montarlas en el interior del templo, al pertenecer éste a la misma collación en la que se afincaron y construyeron su cenobio los padres franciscanos. Algunas de las imágenes con las que se representaban por aquellos años las Jornaditas fueron propiedad de la Comunidad franciscana.

Un tercer episodio se produciría a finales del siglo XVIII, más concretamente en el año 1795, cuando la hermandad crucera se fusione con la actual de la Soledad y Santo Entierro, quién a su vez heredaría algunas de las funciones religiosas pertenecientes a la anteriormente citada, entre las que se hallaban las que se dedicaban a la Navidad: “Ítem. Es del cargo de dicha Cofradía todos los segundos días de las Pascuas de Resurrección de Espíritu Santo y Navidad mandar decir una Misa Cantada”.

Posteriormente, tras la expulsión de la orden franciscana de Castilleja de la Cuesta por la Desamortización de Mendizábal (1836-1837), sería la hermandad de la Soledad y Santo Entierro la que se haría cargo, desde entonces y hasta nuestros días, de las representaciones religiosas llevadas a cabo durante la época navideña; para ello se realizaron nuevas figuras, y se comenzó a utilizar la imagen de Nuestra Señora de la Soledad.

Iniciado ya el siglo XX, en el año 1910, se produciría una total renovación respecto al aspecto teatral de las Jornaditas, gracias a los bienes adquiridos por la señora doña Dolores Cabrera López: “Para la misma Virgen con el título de Pastora, le hizo Dolores un vestido de moaré blanco de seda bordado en seda y oro, costó la tela y los avíos 348 reales y una pelliza de astracán de seda blanca con ribetes de raso grana, la regaló Dolores para la Jornada un Quinta de corcho y porte, 24 reales, un buey y una cunita, 28 reales, avíos para el pocito, 13 reales. Carrillo, cubeta, un niño, 18 reales.

A continuación, se reseña el primer inventario, realizado en el año 1914, en el que aparecen recogidos los bienes pertenecientes a estos cultos navideños celebrados en la parroquia de Santiago, junto a algunos de los cantos que tradicionalmente desde el siglo XIX son interpretados por las Cantoras de la hermandad durante las mencionadas Jornaditas:

Enseres pertenecientes a la Jornada: Un telón de gran tamaño con paisajes al óleo. Una saya de raso de seda lisa color rosa. Dos mantos, uno grana y otro azul. Un frontal blanco y amarillo con ramos de flores (muy antiguo). Tres ovejas de pasta. Un medio punto de corcho con techo de lienzo, pintado figurando rocas y dos cortinas de tul. Un paño de púlpito de seda con ramos. Un palio del Santísimo de terciopelo blanco con ramos pintados y ocho varas de madera pintadas en grana. Ocho túnicas de ángeles, cuatro bordadas en oro y cuatro de tisú de plata.”

Algunos de los textos de los cantos que tradicionalmente y desde el siglo XIX son interpretados por las Cantoras de la hermandad durante las mencionadas Jornaditas son:


Descansa María al lado del pozo                                     A las doce de la noche
San José la mira colmado de gozo                                  quién ha visto tal primor
los dos fatigados descansan y después                            de una Madre Pura y Virgen
vuelven a su jornada                                                         nacer el más bello Sol.
María y José.

Caminan para Belén                                                        Una estrella en el oriente
los dos Amantes del cielo                                               muy brillante se mostró
siendo María el sagrario                                                  hizo salir tres monarcas
donde se encierra el Cordero                                           en busca de su Señor.
camina, camina                                                               Vamos todos con los Reyes
camina gustosa                                                                a adorar al Salvador
pues lleva en su vientre                                                   a ofrecerle sin reservas
al Rey de la Gloria.                                                          todo nuestro corazón.


Para finalizar, y continuando con la evocación de las festividades navideñas recogidas en las correspondientes Reglas de la hermandad Sacramental de Santiago, mencionamos las correspondientes al año 1985: “Regla 33: a) Función solemne el día 1 de enero, terminando con procesión por las naves del templo con el Niño Jesús. b) el día 6 de enero, festividad de la Epifanía del Señor, Misa solemne y Besamanos a nuestra Titular, con adoración al Niño Jesús. e) En el mes de diciembre se celebran los tradicionales cultos llamados Jornaditas, en conmemoración del nacimiento de Cristo”.

Y tras las últimas reformas efectuadas a las mencionadas Reglas, firmadas el día 2 de diciembre de 2014, aparecen de la forma siguiente:

CAPÍTULO SEXTO: OTROS CULTOS Regla 112ª.- SOLEMNE NOVENA DE JORNADITAS Durante los días comprendidos entre el 16 y el 24 del mes de diciembre tendrá lugar la celebración de una Solemne Novena en honor al Bendito Patriarca Señor San José y a Nuestra Señora, la Virgen de la Soledad, como preparación a la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo y rememorando el camino de los santos esposos de Nazaret a Belén. Estos cultos comprenderán el rezo del Santo Rosario, ejercicio de la novena y la celebración de la Santa Misa, terminando en la medianoche del día 25 con una Función Solemne con Santa Misa con motivo de la Solemnidad de la Natividad del Señor. Regla 113ª.- SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR El día de la Solemnidad de la Epifanía de Nuestro Señor tendrá lugar una Función Solemne con Santa Misa.




NUESTRA SEÑORA DE LA EXPECTACIÓN DE CASTILLEJA DE LA CUESTA. LA VIRGEN DE LA O, ESPERANZA NUESTRA.
Juan Prieto Gordillo
Prof. Universidad de Huelva


Fue el maestro pintor Francisco Pacheco quien en su obra Arte de la Pintura[1] facilitara las primeras informaciones sobre la realización de la Virgen de la Expectación, tallada para el convento de franciscanos descalzos de la villa de Olivares durante el primer tercio del siglo XVII, siendo trasladada al convento de la misma orden de Castilleja de la Cuesta en 1635, y ubicada finalmente desde mediados del siglo XIX en el templo parroquial matriz de Santiago Apóstol de la misma localidad[2].


Para conocer los orígenes de tan singular obra debemos remontarnos al siglo XVII, más concretamente al año 1625; con motivo del embarazo de María de Guzmán, la futura marquesa de Heliche, hija de los condes de Olivares a finales del mencionado año. Tras los trágicos momentos vividos por los duques por el fallecimiento de sus dos primeros hijos al poco de nacer, y deseando gozar del favor divino de un embarazo concedido a su tercera hija, decidieron hacer realidad el ya viejo propósito de poner en marcha la fundación de un convento de franciscanos descalzos que  se llevó a efecto en Olivares el día 1 de febrero de 1626. Debido a que el hecho que había propiciado la fundación del convento fue el embarazo de la marquesa de Heliche, los patronos decidieron poner el mismo bajo la advocación de la Expectación de Nuestra Señora, y se encargó la realización de una imagen de la Virgen representada en ese misterio para que presidiera el oratorio del nuevo convento de Olivares[3].

Durante el año 1636  se produciría el traslado del convento de la orden franciscana desde Olivares a la cercana población de Castilleja de la Cuesta. Tras alcanzar un gran auge material y un notable aumento de religiosos, se produjo la necesidad de aumentar el espacio y mejorar la vieja fábrica que databa de mediados del primer tercio del siglo XVII[4]. Esto hizo posible que a finales del siglo se comenzase la construcción de una nueva iglesia que fue consagrada el 11 de junio de 1702 y que continuaba presidiendo la Virgen de la Expectación en el camarín de su retablo mayor. A comienzos del siglo XIX, tras producirse la exclaustración de Mendizábal, y tras el derribo del edificio en 1840, la imagen fue trasladada a la parroquia de Santiago Apóstol de la localidad.

La escultura mide 1,09 m, y representa a la Virgen María muy joven, casi niña, arrodillada, embarazada, en postura frontal y estática, con las manos unidas en señal de adoración, de forma semejante a como se suele representar la Inmaculada, y portando en su vientre un pequeño relicario donde se halla una diminuta figura del Niño Jesús de plata, aunque el original no se conserva. El rostro de la Virgen es ovalado, con cuello esbelto, frente despejada, boca pequeña cerrada, hoyuelo en la barbilla y párpados caídos, que otorgan a la imagen una sensación de recogimiento, destacando además la longitud de su cabellera, cuyos individualizados y largos mechones ondulados , parten de una raya central y caen por la espalda y los hombros hasta la cintura. La Virgen viste una saya de color rojizo de escasos pliegues verticales ceñida a la cintura por un estrecho cíngulo tallado de color verde, ricamente estofada con motivos vegetales y tallos de perfil geométrico, que rodean un anagrama mariano central;  la envuelve un amplio manto de color verde que le cubre los hombros, semejando como dice Pacheco, “una capa de coro”, que presenta igualmente un suntuoso estofado, a base de "ces" sinuosas y tallos vegetales, en tonos blancos y rojizos. Se trata por tanto de una obra de tradición escultórica manierista, un estilo que encaja perfectamente con el misterio que representa[5].


Respecto a la autoría de la imagen, que según Pacheco hubo de realizarse en Madrid, surgen ciertas dudas, pues durante años se ha tenido en cuenta su atribución al maestro escultor jiennense Francisco de Ocampo durante su estancia en Sevilla, según recoge en su obra el historiador Antonio Martín Macías, Francisco de Ocampo, maestro escultor (1579-1639)[6]; sin embargo, recientes estudios afirman la posibilidad que la imagen fuese obra de algún artífice de escuela castellana o andaluza que se encontrase temporalmente en Madrid ¿Antonio de Herrera, Juan Muñoz ó Gregorio Fernández, quien llegaría a realizar alguna obra para el Conde Duque? Por consiguiente, su identificación deberá permanecer a la espera de futuros hallazgos documentales[7].

En cuanto a su policromía, hacia el mes de octubre de 1625, Francisco Pacheco recibió en su residencia madrileña la talla, ocasión propicia para mostrar su valía ante los condes y la familia real, favoreciendo su nombramiento de pintor real. Según propias palabras, la adornó lo más costosamente que pudo a través de los colores y su habilidad con el pincel, transformando aquella talla en madera en una auténtica imagen de devoción[8].
La Virgen de la O, como era y sigue siendo conocida por el pueblo, muestra una perfecta simbiosis entre las formas de la escuela castellana y la sensibilidad andaluza, figurando en varios acontecimientos culturales tales como las exposiciones “Sevilla Mariana” (Sevilla 1996), “Alonso cano y la escultura andaluza hacia 1600” (Córdoba-Sevilla, 2000-2001) y presidiendo el altar de Corpus Cristi instalado por el Círculo Mercantil hispalense (2016).


[1] PACHECO, Francisco. Arte de la Pintura, libro III, capítulo VI, pág. 498. Se cita por la edición de Bonaventura Bassegoda, Madrid: Cátedra, 1990.
[2] PRIETO GORDILLO, Juan. La Villa de Castilleja de la Cuesta. Historia Social. Castilleja de la Cuesta, 2011. Págs. 173-177.
[3] Artículo basado en la publicación realizada por Francisco Amores Martínez “Alonso Cano y su época”, SIMPOSIUM INTERNACIONAL, Granada 2002.
[4] PRIETO GORDILLO, Juan. La Villa de Castilleja de la Cuesta…, Ob.cit.
[5] AMORES MARTÍNEZ, Francisco. “Alonso cano y su época”, Ob. cit.
[6] MARTÍN MACÍAS, Antonio. Francisco de Ocampo, maestro escultor (1579-1639). Sevilla, págs. 151-52.
[7] URREA, Jesús. “Aproximación biográfica al escultor Gregorio Fernández”. En: Gregorio Fernández (1576-1636). Madrid, 1999-2000, página. 31.
[8] PACHECO, Francisco. Arte de la Pintura, libro III…, Ob.cit.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

LOS DUQUES DE MONTPENSIER Y SU RELACIÓN CON LA SANTISIMA VIRGEN DE REGLA DE LA LOCALIDAD GADITANA DE CHIPIONA. SOBRE EL “CURIOSO” INVENTARIO DE 1887.
Juan Prieto Gordillo.
Profesor de la Universidad de Huelva
Historiador

Durante los siglos XVI y XVII, la imagen de Nuestra Señora de Regla era, sin género de duda, la más conocida y popular de Andalucía. Basta recordar la triunfal y deslumbrante procesión que se celebró el 8 de septiembre de 1588, con motivo del envío de España de la Armada Invencible contra Inglaterra, a cuyo frente iba el séptimo duque de Medina Sidonia, don Alonso Pérez de Guzmán, insigne bienhechor del Santuario de Regla. Doña Ana Gómez de Silva y Mendoza, esposa del duque, fue quien pidió y consiguió del Prior y la comunidad de los agustinos de Regla, sacar por primera vez en procesión a la Virgen de Regla. El cronista chipionero fray Diego Carmona Bohórquez, en su libro “Historia Sacra” nos da amplísimas y detalladas descripciones del cortejo procesional y la dilatada comitiva, integrada por la mayor parte de la nobleza española de la época. Historiadores de entonces la elevan a ochenta mil las personas que tomaron parte en aquella grandiosa manifestación religiosa.

Siglos después, a partir de 1835, el convento e iglesia de Chipiona padecieron los efectos devastadores de la desamortización de Mendizábal. La morada por tantos siglos de fervorosos religiosos, amenazaba próxima ruina, y la misma iglesia llegó a convertirse en un inmundo establo de bestias, destruido su precioso y rico altar, viéndose despojada entre otras cosas del embaldosado de mármol. Los religiosos se dispersaron y abandonaron el Monasterio de Regla, depositando pequeñas imágenes de la Virgen en diversos hogares y al cuidado de familias piadosas del lugar. Estas imágenes no volvieron a sus antiguos poseedores, sino que han ocupado después varios menesteres y sucesivos lugares; dos de ellas pasaron al Convento Franciscano de Jerez y otra en la enfermería del Santuario de Regla. Estaba, pues, muy pronto a desaparecer por completo el Santuario de Regla, cuando los Infantes Duques de Montpensier, fijaron su residencia veraniega en Sanlúcar de Barrameda, y en una tarde de julio de 1851 se dirigieron a Chipiona, entrando a orar en su iglesia parroquial. Les llamó grandemente la atención el color negro de la Virgen y el párroco les refirió la historia y vicisitudes de la milagrosa Imagen, por lo que al punto determinaron los Príncipes visitar el Santuario, antigua casa y morada de la Señora.


Impresionados fuertemente al contemplar las ruinas del convento y la profanación del templo, resolvieron restaurarlos y volver la imagen de Ntra. Sra. de Regla a su antigua residencia. Situados al frente de una suscripción popular vencieron la resistencia administrativa, comprometiéndose a sufragar el retablo mayor de la iglesia, el traslado de la imagen desde la parroquia de Chipiona y a costear la solemne función religiosa. Para ello se abrió una suscripción, encabezada por los mismos Infantes, y contribuyendo con respetables sumas S. M. la Reina Isabel II y el Eminentísimo Sr. Cardenal de Sevilla Don Judas José Romo. Restaurados el Templo y el Camarín, se pensó en la traslación solemne de la Santísima Virgen, el día 7 de septiembre de 1852. Después de una ausencia de 17 años, volvía a su casa y Santuario. La función religiosa estuvo presidida por el arzobispo de Sevilla y los obispos de Córdoba y Guadix el 8 de septiembre de 1852.

Con el paso de los años el Santuario de Chipiona volvió a un centro vivo de devoción a la Virgen de Regla para sanluqueños y chipioneros, principalmente a raíz de la fundación en 1867 de la Hermandad de Nuestra Señora de Regla. El 8 de septiembre de 1882 el convento de Nuestra Señora de Regla pasó a manos de los franciscanos, procedentes del colegio de Santiago de Compostela (La Coruña), quienes se hicieron cargo del Santuario de Regla. Demolido el antiguo santuario en 1904 se inició la construcción del nuevo, de estilo neogótico, consagrado en enero de 1906 por el cardenal Marcelo Espínola (1835-1906).[1]


Durante los siglos anteriores, no se sacaba a la imagen de Nuestra Señora de Regla en procesión pública, sino que permanecía en su lugar, aunque se hacían dos procesiones al año sólo por este claustro del convento; una el día 2 de febrero, Purificación de Ntra. Señora; y la otra, el día 15 de agosto, Asunción de María Santísima a los cielos. En estas procesiones se sacaba en vez de la imagen de Ntra. Sra. de Regla, una imagen que los frailes agustinos tenían exclusivamente para este fin y que mandaron hacer estos religiosos cuando entraron en el convento. Su nombre era Ntra. Sra. de los Buenos-Aires, a ellas acudían muchos fieles de la comarca, sobre todo navegantes, debido a que los navegantes de toda clase, y las flotas que partían hacia América le pedían buenos aires para cruzar el océano; su color era blanco. Esta imagen no tuvo nunca un altar dentro de la iglesia, sino en otras partes, como aquí, en el claustro del convento y más tarde cuando se comenzó a sacar a la Virgen de Regla en procesión, la imagen de los Buenos Aires pasó a un lugar que denominaban entonces los religiosos "de produndis", lugar donde celebraban sus capítulos, en este lugar permaneció más de veinte años teniendo aún alguna devoción por parte de los navegantes, pasando posteriormente a un altar de la sacristía perdiendo la poca devoción que le quedaba y a continuación en 1623 fue trasladada a Cádiz, al convento de San Agustín y de allí a Madrid, colocándose en la iglesia de las monjas agustinas de Santiago[2].

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la Orden de San Francisco intentaba revitalizar sus misiones y restaurar Provincias y conventos extinguidos. En 1882, el Estado cede el Santuario al Padre Lerchundi, permitiéndole el establecimiento de un colegio de misioneros para Marruecos y Tierra Santa. Desde que los franciscanos se hacen cargo, la devoción popular hacia la Virgen cobra un auge sin precedentes.

El proyecto de construcción de un nuevo templo, espacioso para el auge que había experimentado el culto, era una idea que acariciaban los franciscanos desde poco después de su llegada a Regla. Pero en 1899 pasó a la voz popular, cuando en la fiesta de la Virgen el predicador lanzó desde el púlpito la idea de levantar un nuevo templo.

El 17 de mayo de 1904, se aprobó el derribo de la iglesia y en el mismo año se procedió a la construcción del nuevo edificio. Así, el 30 de octubre del mismo año, tras la finalización de la Eucaristía, el notario D. José Badanelli leyó el acta oficial y, tras su bendición, se colocó la primera piedra a metro y medio de profundidad, debajo del manifestador. La obra, de estilo neogótico, se realizó en sólo dos años, y se inauguró en 1906 (a falta de la torre principal que se finalizaría en 1909)

Interesante es el documento localizado en las dependencias del archivo arzobispal de Sevilla en el que se hace mención a un inventario realizado en 1887, cinco años después de que el cenobio pasase a manos de los franciscanos, aumentando desde entonces la devoción popular hacia la Virgen tal y como se ha mencionado con anterioridad[3].

El presente documento, tal vez pudiese pasar como otro más de similares características, en el que se vuelven a describir los enseres u objetos pertenecientes a las dependencias de la orden franciscana residente en la localidad gaditana; sin embargo, su valor reside en dos hechos históricos de cierta relevancia. En primer lugar, por la relación de bienes donados por los señores Infantes de Montpensier a la santísima Virgen para sus cultos, y en segundo lugar por las referencias que se hacen respecto a la imagen que por aquellos años ¿procesionaba? citada como: “La imagen de Nuestra Señora de Regla, que es de candelero”.

La otra imagen de la Virgen de Regla, la que procesiona en la actualidad, citada en la fuente documental es nombrada como “Virgen Chiquita”, es una escultura sedente, cuya antigüedad se remonta al s. XII-XII, época de transición románico al gótico. Tiene 62 cm. de altura, en madera policromada. Pertenece al grupo de las "Vírgenes Negras", pero, a diferencia de éstas, portadoras del Niño sobre su pierna izquierda, la de Regla, tras la mutilación a la que fue sometida tiene el Niño sustentado por sus manos a la altura de su vientre, y no sentado tal y como fueron concebidos en su origen.

 
La talla desnuda en su origen, a finales del s. XVI pasó a vestir ropajes de “reina”, que, con corona y aureola, adquiría así un tamaño relevante que realzaba su figura con vistas a sacarla en procesión. El nombre parece obedecer a su origen leonés. Los canónigos regulares, provenientes de León, bautizarían a la imagen con el nombre de Regla, como la de su catedral[4].



Inventario de los muebles y alhajas que quedan en poder de la Comunidad de Padres Misioneros Franciscanos establecidos en el convento de Nuestra Señora de Regla.
Efectos donados por los Serenísimos Infantes Duques de Montpensier a la Santísima Virgen.

1º El altar Mayor de Nuestra Señora de Regla que es de madera jaspeado y filetes dorados.
2º Diez candeleros de madera y dos atriles de lo mismo.
3º Una mesa de caoba con cubierta de jaspe blanco para la sacristía.
4º Dos varas de caoba para las procesiones sin escudos.
5º Dos almohadones de terciopelo grandes.
6º Un mantel del Altar Mayor con encajes de oro.
7º Tres albas.
8º Un terno completo de tisú de plata bordado, con casulla, dalmáticas, capas, paño de púlpito, atrilera y tres cíngulos de seda y borlas de oro.
9º Dos ciriales de metal blanco. Doce candeleros de lo mismo; seis mayores y seis menores, y un crucifijo del mismo metal.
10º. Una corona de plata de la Santísima Virgen, ráfagas de lo mismo (media luna y corona del Niño de los mismo) Véase la nota 2ª al final.
11º. Un incensario, naveta y cucharita de plata.
12º.  Dos navíos de plata para lámparas.
13º. Una pulsera de oro esmaltada con topacios.
14º. Un alfiler de oro con perlas y puentes de diamantes.
15º. Una correa de terciopelo negro con diez y nueve piedras.
16º. Un rostrillo de plata con topacios.
17º. Una custodia de plata.
18º. Cuatro candeleros de plata.
19º. Un vestido de la Virgen moaré, plata y rosa.
20º. Un manto grande con lentejuelas de oro y vestido de raso blanco.
21º. Otro vestido amarillo y oro, y vestido de raso de otro tejido.
22º. Una batea de raso blanco bordado en oro en mal estado.
23º. Una caja grande con dos cerraduras para el terno de tisú de plata.
24º. Dos lámparas de metal amarillo en mal estado.
Nota: Todos los objetos que anteceden son donados a la Santísima Virgen por SS.AA.RR. los Serenísimos Infantes duques de Montpensier, y es voluntad de dichos Señores, sigan destinándose al culto de la santísima Virgen reservándose la propiedad. 


Iglesia.
1º. Seis ángeles de madera en mal estado procedentes de los padres agustinos.
2º. Tres sillares de caoba.
3º. Un tabernáculo de madera jaspeado y dorado con cortinilla y llave de plata.
4º. Una tasa de cristal con su tapadera de cristal y otra de china.
5º. Un crucifijo de marfil, un hule, tres sacras con caña dorada y un ara. Una cajita de pino con reliquias de santos; un lienzo de cáñamo.
6º. San Agustín y San Nicolás de Tolentino de bulto en unas repisas jaspeadas, dos banderas con sus astas de las peregrinaciones. Los santos son de la comunidad agustina.
7º. Tres barandas de hierro con dos atriles de lo mismo que cierra el presbiterio.
8º. Santa Rita de bulto con altar portátil, de madera con oro, lienzo de cañamón y hule-
9º. Un cuadro de Nuestra Señora del Carmen con caña dorada.
10º. Una Concepción en un cuadro con caña dorada con mesa de altar portátil, lienzo de cáñamo y oro.
11º. Una efigie del Señor de la Humildad, con su altar en una capilla, con lienzo, tres sacras, hule perteneciente a los agustinos.
12º. Un púlpito portátil de madera, de pino jaspeado. Dos confesionarios de los Agustinos.
13º. Una repisa de madera dorada de pino, en una funda, costeada por el pueblo, para poner la virgen cuando sale en procesión.
14º. Dos cortinas para las ventanas, una nueva y otra usada.
15º. Dos alfombras, una mayor y otra menos.
16º. Siete cuadros de papel mayores y menores.
17º. Dieciocho exvotos.
18º. Un viacrucis completo con cruces doradas y cañas, perteneciente a doña Manuela Santa Cruz.
19º. Un esterado de invierno y otro de verano de junco blanco en buen estado.
20º. Seis arañas de cristal en mal estado.
21º. Seis bancos de pino de los Agustinos.
22º. Una gradilla de pino con tres escalas. Un ara suelta.

Coro.
1º. Una reja pintada en muy buen estado.
2º. Un órgano pequeño de realejo de los Agustinos y un banquillo delante.
3º. Un piano de doña Manuela Santa Cruz con banquillo forrado.
4º. Un campanillero con nueve campañillas.
5º. Un coro de caoba empotrado en la pared con catorce asientos, y un rostro del Señor.
6º. Dos atrileras de pino.

Panteón.
1º. Cuatro blandones de madera jaspeado en blanco y filetes dorados, con sus hachas y arandelas en un cajón.
2º. Dos marías doradas en un cajón.
3º. Dos remates para el presbiterio de madera de pino pintado blanco y dorado en su cajón.
4º. Un aparato de pino para un dosel de tarimas y reclinatorios. Además, un reclinatorio pequeño.
5º. Seis bombas de cristal para el paso de la Virgen.
6º. Dos gradillas de pino.
7º. Un estante con libros diseminados y en muy mal estado, de los Agustinos.

Casavante.(sic)
1º. Dos mesas, una para altar y otra chica pintada.
2º. Un estante con perchas para las sotanas de los monjes.
3º. Una urna pequeña pintada de encarnado y dorado.
4º. Un manifestador jaspeado y dorado con su cortinita.
5º. Doce candeleros de cristal de todos los tamaños. Dos candelabros.
6º. Dos cajas de cartón con dos canastillas de flores contrahechas.
7º. Un mortero de mármol para majar incienso y una linterna de lata.
8º. Dos perchas de pino. Veinte floreros buenos y malos. Seis candeleros de metal chicos y mayores.
9º. Un aguamanil de mármol blanco con dos grifos de metal. Dos palmatorias de metal amarillo una y plateada otra.

Sacristía.
1º. Un guardarropa de cedro chapado con ocho cajones de los Agustinos.
2º. Un estante pequeño de pino para misales.
3º. Una cajonera de caoba con veinte cajones.
4º. Dos espejos grandes de caoba, un crucifijo de madera pintado con un dosel.
5º. Dos urnas de caoba, una con un Niño vestido y una cruz. Dos sillones antiguos en mal estado.
6º. Una cajeta de caoba con las llaves de los cautivos.
7º. Una teja engarzada en plata donde estuvo sentada la Santísima Virgen.
8º. Un estante de alacena con una tinaja para agua, y tres vinajeras, con plata y crista.
9º. Tablillas para los cantillos.
10º.  Dos cojines de terciopelo morado.
11º. Cuatro ramos redondos de plata nuevo para el paso de la Santísima Virgen costeados por la señora hija de don Gaspar Pérez Blanco.
12º. Seis ramos de plata, otro suelto pequeño. Cuatro guirnaldas id. Cuatro ramos de flores contrahechas de colores, dos macetas con flores id.
13. Una campañilla de metal y un aparatito de caoba para purificadores.

Camarín.
1º. La imagen de Nuestra Señora de Regla, que es de candelero. El camarín forrado de terciopelo encarnado, con cornisas y medias cañas doradas, y adornadas con multitud de milagros, como brazos, piernas, de hoja de plata y oro.
2º. Hay un niño de plata colgado en la pared de seis o siete libras de peso.
3º. Un cáliz dorado con la copa de plata y el pie de cobre, que se dice fue hallado con la santísima Virgen.
4º. Una gradilla con dos escalas, una bandeja guarnecida de perlas blancas.

Ropas.
1º. Cinco albas, una de ella de Nipe, otra de encaje de tul con flores de seda pertenecientes a doña Manuela Santa Cruz estas dos.
2º. Once corporales, veinte seis palias, catorce hijuelas. Ciento once purificadores, nueve paños lavamanos. Dos toallas. Un roquete grande, tres chicos. Once amitos. Cuatro sotanas encarnadas.
3º. Dos manteles regulares de largo, y dos visos de buenos encajes. Una capa con borlas de plata bordadas id.
4º. Tres manteles grandes muy buenos, dos más grandes, tres chiquitos. Un pañito para debajo de la custodia con lentejuelas de oro, otro para el lavabo de encaje y puntilla de oro. Dos sudarios del Señor de la Humildad. Un velo de seda bordado en oro.

Alhajas de oro y plata de la Santísima Virgen.
1º. Tres potencias de plata del Señor de la Humildad. Otras tres chiquitas de id. Y otras rotas de id.
2º. Una joya filigrana de perlas y de oro.
3º. Otra con rubíes. Una corona de plata dorada, y corona del Niño id.
4º. Un rosario de plata con corales.
5º. Setenta anillos de oro de todas clases.
6º. Dos cabetes de oro y dos botones de id.
7º. Cuatro cruces de oro esmaltadas.
8º. Un alfiler de oro y diamantes.
9º. Un alfiler de oro con esmeraldas a la filigrana.
10º. Un alfiler de oro con perlas (Véase la nota 1ª)
11º. Dos sarcillos de plata con diamantes, pertenecientes a don Juan Escudero.
12º. Una cruz chiquita de oro del Niño con piedras blancas. Una de oro sencilla.
13º. Unos zapatos de plata dorados y labrados a la filigrana. Un mundo en la mano del Niño con perlas de diamantes y esmeraldas.
14º. Un rosario grande al parecer de oro.
15º. Un alfiler de oro esmaltado, una pulsera de oro con un corazón.

Vestidos.
1º. Uno de terciopelo azul bordado en plata y punta id, y vestido del Niño id.
2º. Un manto tisú de oro y un vestido en plata.
3º. Un manto raso blanco y flores moradas, y punta de oro falsa.
4º. Un manto vista de plata y raso celeste.
5º. Un manto de terciopelo verde bordado en oro fino, regalado por el pueblo a las Santísima Virgen.
6º. Una toca bordada en oro fino. Dos tocas interiores.
7º. Unas colgaduras de damasco encarnado, para cubrir todo el presbiterio. Dos pabellones de seda amarilla. Tres pabellones celestes con punta de plata.
8º. Un vestido blanco bordado en oro nuevo dorado, bordado por don José Lara. Un pabellón de seda amarillo.
9º. Tres camisas y cuatro enaguas blancas.

Ropa del Niño.
1º. Un vestido blanco bordado en oro y otro de moaré.
2º. Otro blanco nuevo bordado en oro.
3º. Otro de raso blanco grabado.
4º. Otro amarillo de raso y oro.
5º. Otro de raso celeste y plata.
6º. Otro blanco de lama de plata.
7º. Otro moaré rosa y plata y calzones de tul
8º. Tres lazos del manto, tres camisas y tres calzoncillos.

Virgen Chiquita.
1º. Un manto verde de terciopelo.
2º. Un vestido celeste y plata completo.
3º. Un manto tisú de oro, y vestido tisú de plata.
4º. Un vestido blanco y encaje.
5º. Una corona de plata sobredorada y otra del Niño.
6º. Una coronita chica del Niño, dorada con piedras.

Cocinas.
1º. Dos mesas grandes en el refectorio.
2º. Cinco bancos de pino.
3º. En la cocina una tapadera de hierro para el horno. Dos filtros de piedra.
4º. En la despensa un barril para vinagre.
Hay además en el convento cuatro mesas grandes, dos escaleras grandes; cuatro tinajas, dos cruces en la escalera de madera con crucifijos pintados. Una verja de hierro dorada en mal estado el dorado. Un facistol de madera destrozado. Un cuadro con Santo Tomás de Villanueva en el Noviciado. Tres cuadros más en el patio, y un cuadro grande de Nuestra Señora de Regla en el Humilladero. Un farol y seis candeleros de palo; un crucifijo de madera jaspeado; un atril, un ara y una verja de hierro lo cierra.

1ª Nota: el número 10 de las alhajas de la Santísima Virgen, es el mismo que el número 14 de los objetos donados por SS AA RR.

2ª Nota: la media luna y corona del Niño ambas de plata, figuran en el número 10, de los objetos de SS AA RR. Son donación, la primera de un devoto, y loa segunda de doña Candelaria Montalván.
Firman el documento:
Fray José Lerchundi.
José Bustamante Tello





[1] http://chipionacofrade.blogspot.com.es
[2] Ibid.
[4] Historia, leyenda y devoción a Nuestra Señora de Regla Rafael LAZCANO Madrid rafael.lazcano@gmail.com