UNA REVISIÓN SOBRE LAS
LABORES DE TALLA REALIZADAS POR EL MAESTRO ESCULTOR MANUEL GARCÍA DE SANTIAGO
PARA LA VILLA DE OLIVARES (Sevilla). LA REALIZACIÓN DE UNA PARIHUELA PARA LA
HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD Y NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE
OLIVARES. SOBRE RETABLOS PARA LA COLEGIAL.
Juan Prieto
Gordillo
Universidad de
Huelva
Tal y como aparece recogido en la página web de la hermandad, a mediados del siglo
XVIII, la Corporación de Nuestro Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad,
creada en el año 1712 en la villa hispalense de Olivares, realizaría un encargo
al maestro escultor Manuel García de Santiago, durante el año 1756, para la
realización de una parihuela con su urna (canastilla) de dos tercias de altura
y el paso de dos varas de ancho y tres y media de largo; la talla de un cirineo
pintado y oro, estofado, todo ello en madera según el diseño que se comprometía
a hacer[1].
Con anterioridad, en 1752,
el mencionado escultor realizaría un retablo para la capilla del Sagrario de la
iglesia colegial de Olivares[2], que fue costeado por el
matrimonio formado por señor José de Ortega y su esposa doña Rosa Román, tal y
como aparece recogido en una de las cláusulas del testamento conjunto que
realizaron[3]:
“Doña
Rosa Román, mujer de Don José Ortega Clemente…
Ítem.
Declaro que yo y el dicho mi marido tenemos ajustado y contratado hacer un
retablo para el Sagrario y Capilla de la Iglesia Colegial de esta Villa
(Olivares) que ya se está haciendo, y dado al maestro a cuenta dos mil reales
de vellón; y es mi voluntad se cumpla esta obra. Y en caso que de mi muerte y
la de mi marido no se haya dorado…si después de la vida de uno y otro quedare
caudal suficiente se execute”.
Según documentación
aportada por el historiador Álvaro Pastor, fue concertado el día 12 de mayo de
1752 por el artífice y el mayordomo de la Colegiata, Juan Ferrera, en precio de
siete mil doscientos reales.
Dos años después, tras el
fallecimiento de la referida doña Rosa, su esposo volvería a realizar un nuevo
testamento, en el que nuevamente se volvería a hacer mención a la máquina
retablística, apareciendo en esta ocasión, igualmente en una cláusula
testamentaria, una cantidad económica para proceder al dorado del mismo, cuya
cantidad alcanzaría la suma de cuatro mil cuatrocientos reales de vellón[4].
Años después, en 1755, se realizaba
un nuevo contrato, en esta ocasión entre el citado escultor y la hermandad de
Nuestra Señora del Rosario, por el que se obligaba a tallar un retablo, por un
total de cuatro mil quinientos reales, para una de las capillas de la colegial
de la villa de Olivares, en esta ocasión para la titular de dicha Corporación, Nuestra
Señora del Rosario[5].
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