domingo, 31 de diciembre de 2017

UNA REVISIÓN SOBRE LAS LABORES DE TALLA REALIZADAS POR EL MAESTRO ESCULTOR MANUEL GARCÍA DE SANTIAGO PARA LA VILLA DE OLIVARES (Sevilla). LA REALIZACIÓN DE UNA PARIHUELA PARA LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD Y NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE OLIVARES. SOBRE RETABLOS PARA LA COLEGIAL.
Juan Prieto Gordillo
Universidad de Huelva


Tal y como aparece recogido en la página web de la hermandad, a mediados del siglo XVIII, la Corporación  de Nuestro Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad, creada en el año 1712 en la villa hispalense de Olivares, realizaría un encargo al maestro escultor Manuel García de Santiago, durante el año 1756, para la realización de una parihuela con su urna (canastilla) de dos tercias de altura y el paso de dos varas de ancho y tres y media de largo; la talla de un cirineo pintado y oro, estofado, todo ello en madera según el diseño que se comprometía a hacer[1].

























Con anterioridad, en 1752, el mencionado escultor realizaría un retablo para la capilla del Sagrario de la iglesia colegial de Olivares[2], que fue costeado por el matrimonio formado por señor José de Ortega y su esposa doña Rosa Román, tal y como aparece recogido en una de las cláusulas del testamento conjunto que realizaron[3]:

“Doña Rosa Román, mujer de Don José Ortega Clemente…
Ítem. Declaro que yo y el dicho mi marido tenemos ajustado y contratado hacer un retablo para el Sagrario y Capilla de la Iglesia Colegial de esta Villa (Olivares) que ya se está haciendo, y dado al maestro a cuenta dos mil reales de vellón; y es mi voluntad se cumpla esta obra. Y en caso que de mi muerte y la de mi marido no se haya dorado…si después de la vida de uno y otro quedare caudal suficiente se execute”.

Según documentación aportada por el historiador Álvaro Pastor, fue concertado el día 12 de mayo de 1752 por el artífice y el mayordomo de la Colegiata, Juan Ferrera, en precio de siete mil doscientos reales.

Dos años después, tras el fallecimiento de la referida doña Rosa, su esposo volvería a realizar un nuevo testamento, en el que nuevamente se volvería a hacer mención a la máquina retablística, apareciendo en esta ocasión, igualmente en una cláusula testamentaria, una cantidad económica para proceder al dorado del mismo, cuya cantidad alcanzaría la suma de cuatro mil cuatrocientos reales de vellón[4].

Años después, en 1755, se realizaba un nuevo contrato, en esta ocasión entre el citado escultor y la hermandad de Nuestra Señora del Rosario, por el que se obligaba a tallar un retablo, por un total de cuatro mil quinientos reales, para una de las capillas de la colegial de la villa de Olivares, en esta ocasión para la titular de dicha Corporación, Nuestra Señora del Rosario[5].





[1] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1756, fol. 3.
[2] AMORES MARTÍNEZ, Francisco. LA COLEGIATA DE OLIVARES. Arte Hispalense, N.º 72, Sevilla, 2001.
[3] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1752, fol. 99.
[4] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1754, fol. 11-v.
[5] Archivo de Protocolos de Sanlúcar la Mayor. Sección Olivares. Legajo 559, Año 1755, fol. 83.

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